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martes, 21 de febrero de 2017

Leonor de Castilla, Reina de Inglaterra







Poco se sabe de su nacimiento, ni la fecha exacta ni el lugar. Parece claro que nació en 1241 aunque se desconoce el día y el mes, y se supone que lo haría en Burgos. Lo que si está claro es que era hija de Fernando III de Castilla y de su segunda esposa Juana, condesa de Ponthieu y era por tanto hermanastra de Alfonso X "el Sabio".

Probablemente y a tenor de los intereses y aficiones que demostró durante su vida, Leonor no solo crecería en un ambiente culto, sino que sería educada con un nivel de enseñanza mucho mayor que el de las princesas medievales de su época.

En la Edad Media no todo se resolvía con guerras y la política matrimonial jugaba un papel importante para lograr la armonía de los distintos Reinos y, como consecuencia de éste juego, la vida de la princesa cambiaría. 

El hermanastro de Leonor, Alfonso X "el Sabio", reclamaba a Inglaterra los territorios de la Gascuña francesa que, según consideraba, le correspondían por herencia.El rey inglés, Enrique III, no deseaba devolver a Castilla los territorios reclamados y tampoco deseaba una confrontación bélica con el rey castellano de modo que optó por la política matrimonial. 

Envió a Castilla una delegación encabezada por su primogénito, el príncipe Eduardo, con la misión de conseguir un acuerdo matrimonial entre la hermanastra de Alfonso X, Leonor, y el propio príncipe. El acuerdo conllevaba la renuncia del rey castellano a los territorios de Gascuña. El acuerdo se firmó y por tanto había que cumplir con lo pactado. 

En 1254, año en que se desarrollan los hechos, la capital del Reino estaba en Burgos y en el Monasterio de las Huelgas de ésta capital se celebra el matrimonio el 18 de octubre de ese mismo año. Leonor contaba trece años y Eduardo quince. No sabemos si el amor surgió desde el primer momento pero si sabemos que se amaron profundamente y que su matrimonio fue feliz. 

Monasterio de las Huelgas

Leonor era una joven esbelta y dulce pero con una enorme personalidad, mucha energía y extremadamente inteligente como demostraría a lo largo de su vida. 

Llegó a Londres en octubre de 1255 y no fue bien recibida por los ingleses. Acompañaba a Leonor un séquito de más de 200 personas y un ajuar repleto de cosas a las que los ingleses no estaban acostumbrados. 

Leonor introdujo el lujo en el palacio. Llenó sus aposentos de alfombras y tapices y su mesa de fina vajilla para asombro de  la nobleza inglesa que no estaba acostumbrada a tal elegancia. Lógicamente seria pronto imitada. Revolucionó el diseño de jardines, haciendo que el agua y las fuentes formaran parte de ellos. 

No fueron éstas las únicas cosas en las que influiría. Dada la educación que había recibido de la erudita corte de la que procedía, la promoción y producción de manuscritos y de obras de romance y de historia vinieron de su mano y creó y dirigió su propio scriptorium en el que trabajaban cuatro escribas y al menos un iluminador que copiaba los códices. Se sabe que intercambió algunos libros con su hermano Alfonso X y existe una carta datada de 1286 en la que Leonor da las gracias al abad de Cerne por haberle prestado un libro de ajedrez. 

También patrocinaría la orden de Santo Domingo apoyando su trabajo en las universidades de Oxford y Cambridge. Todo esto resultaba algo insólito en la Europa del medievo.

Desde que llegó a Inglaterra empezaría a tener hijos a pesar de su juventud, llegando a tener quince de los cuales tan sólo seis llegarían a la edad adulta y todo ello mientras acompañaba a su esposo en sus lances y batallas. 

Eduardo y Leonor. Manuscrito del siglo XIV


Estaría al lado de su esposo durante la campaña de éste en Gales en 1263 y también iría con él a Francia donde solicitarían la ayuda del rey francés para librar con éxito, la Segunda Guerra de los Barones en Inglaterra. 

Cuando el 20 de agosto de 1270 Eduardo zarpa del puerto de Dover con un ejercito de 1000 hombres para unirse al rey francés Luis IX en lo que sería la Novena Cruzada, Leonor lo acompaña. Los hijos quedarían al cuidado de los abuelos. 

En 1272 muere el padre de Eduardo, Enrique III. Eduardo y su esposa se encontraban inmersos en las batallas de la Cruzada y no pisaran suelo inglés hasta 1274. Unos días después de su llegada Eduardo es coronado Rey de Inglaterra. 

Los nuevos reyes se encontraron con una maltrecha economía. Las continuas guerras habían dejado exhaustas las arcas de la Corona y entonces Leonor demuestra que entre sus muchas dotes está la de ser una hábil mujer de negocios. Con el beneplácito de su esposo y para que los gastos de su Casa y de su enorme familia no salieran del erario público pone en práctica un sistema mediante el cual lograría recaudar fondos. 

El método utilizado en esta actividad económica consistía en averiguar qué señoríos habían adquirido deudas con algún prestamista poniendo sus tierras como fianza. Cancelaba la deuda, se convertía en dueña de las tierras y exigía a los antiguos propietarios el pago de una renta convirtiéndolos así en sus inquilinos.

No parece que el método gustara mucho a los dueños de los señoríos si tenemos en cuenta lo escrito por Walter de Guisborough en su crónica sobre esos años : El rey desea tomar nuestro oro / la reina, nuestros señoríos,. El Arzobispo de Canterbury, John Peckham, advirtió a Leonor sobre la impopularidad de esas prácticas y las protestas que se estaban generando. Parece ser que la Reina tuvo en cuenta lo dicho por el Arzobispo y hay registros de indemnizaciones ordenadas por ella ante antiguas reclamaciones que se le habían hecho e incluso se sabe que, en su lecho de muerte, Leonor pidió a los jueces que examinaran las actividades de sus encargados y procedieran, si así lo consideraban, a las reparaciones oportunas. 

Leonor sigue acompañando a su esposo en casi todas sus empresas. Acude con él a Gales cuando se firma la unión del Principado a la Corona de Inglaterra y allí, en 1284, nacería su último hijo, el que un día sería coronado como Eduardo II

Castillo de Caenarfon. Gales


Las primeras noticias de una enfermedad de Leonor datan de 1287, cuando encontrándose los Reyes en Gascuña un miembro de la comitiva real escribe que la Reina sufría fiebre doble cuartana lo que ha hecho pensar a los historiadores modernos que se trataba de malaria. 

Su salud no volvería a estar restablecida y sus jornadas de viaje junto al Rey van haciéndose cada vez más cortas. En 1290 inicia junto a su esposo una gira por las propiedades del norte pero su salud empeora y se ven obligados a detener su viaje y buscar alojamiento en la casa de Richard de Weston en la localidad de Harby en Nottinghamshire. Leonor moriría allí durante la noche del 28 de noviembre de ese mismo año. Tenía 49 años de los cuales 36 los había pasado junto a Eduardo. 

Eduardo, roto por el dolor mandaría trasladar su cuerpo a Lincoln donde seria embalsamado, dejando sus vísceras bajo el Coro del Ángel de la Catedral de esta ciudad. 

Desde allí el cortejo fúnebre se dirigiría hacia Londres tardando doce jornadas en el recorrido. En cada uno de los lugares en los que el cortejo se detuvo el rey Eduardo hará levantar una cruz en recuerdo de su amada esposa, doce en total que son conocidas como Eleanor Crosses. De ellas tan solo tres han permanecido intactas pero existen restos de las demás. Las estatuas originales que quedaban de la reina Leonor fueron sustituidas y trasladadas en 1980 al Museo Victoria & Albert.


Eleanor Cross. Charing Cross


La última cruz se levantaría en Charing Cross, en el punto que era considerado como el kilometro cero de Londres. Esta cruz, que fue la más rica y estaba construida en mármol, seria destruida en el siglo XVII durante la guerra civil, y dos siglos después sería construida una replica de la misma. 

Los restos de Leonor fueros depositados en Westminster Abbey el 17 de diciembre de 1290.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Isabel de Farnesio





Isabel de Farnesio. Jean Ranc. Museo del Prado


El 14 de febrero de 1714 fallecía en Madrid María Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe V, dejando al Rey sumido en la tristeza y con una apatía todavía mayor de la que le era habitual. En estas circunstancias, Marie-Anne de La Trémoille princesa de los Ursinos - que había acompañado a Felipe hasta España por expreso deseo de Luis XIV- y Camarera Mayor de la corte, se había adueñado totalmente de la voluntad del Rey. Consideraba Marie-Anne que, dada la fogosidad sexual del Monarca, había que buscarle nueva esposa cuanto antes y para elegirla buscaría el consejo de Gulio Alberoni un clérigo, secretario del duque de Vendôme, y con grandes aspiraciones.

Alberoni sugeriría como candidata a Isabel de Farnesio alegando que : " es una princesa sumisa, obediente, sin deseos de mando". Esta descripción fue suficiente para que la princesa de los Ursinos la considerará la mujer ideal para ser la futura reina de España y un objeto manejable en sus manos y tanta fue su seguridad que se olvido de informar de su decisión, como era lo habitual, a Luis XIV. La candidata tenía, a ojos de Marie-Anne y de Felipe V, otro atractivo añadido: traía como dote los derechos sucesorios al Ducado de Parma que le daban la posibilidad de acabar añadiendo el ducado a la Corona de España. 

Cuando estos hechos suceden Isabel, que había nacido el 22 de octubre de 1692, estaba a punto de cumplir los 21 años. Era hija de los Duques reinantes de Parma y sobrina de Mariana de Neoburgo, la Reina viuda de Carlos II que vivía desterrada en Bayona. El duque de Saint-Agnau define a la futura reina de España como alta y bien formada aunque las huellas que en su rostro ha dejado la viruela le han restado muchos encantos y Luciano de Taxonera dice que Isabel era: " viva, intrépida, astuta, versada en idiomas, gustosa de la politica, aficionada a la historia y preocupada por todas las actividades artísticas e intelectuales". 

Felipe V. Jean Ranc. Museo del Prado

En septiembre, y por poderes, Isabel y Felipe contraen matrimonio y la ya Reina emprende el camino hacia España. Durante su viaje recibirá la visita de su tía Mariana de Neoburgo, que desde Bayona acudirá a la localidad de Saint-Jean-Pied-de-Port para pasar con ella dos días. Durante ellos la pondrá al corriente de las costumbres de los españoles, del carácter de Felipe V y sobre todo la pondrá en contra de la princesa de los Ursinos, a quien Mariana atribuye su destierro. Por su parte Isabel prometerá hacer todo lo posible para conseguir el regreso de Mariana a la corte. 

En diciembre llega por fin a España la nueva reina y al municipio de Jadraque sale a recibirla la princesa de los Ursinos. Marie- Anne acude al encuentro dispuesta a demostrar que ella es uno de los pilares del Reino y como considera que para adueñarse de la voluntad de Isabel es mejor un buen golpe de audacia que una actitud sumisa la toma por la cintura y le dice " cielos señora que cintura tan gruesa". Isabel palidece ante tamaña afrenta y en perfecto castellano ordena al oficial jefe de la guardia: " llevaos de aquí a esta loca que ha osado insultarme"
Ese fue el final de Marie-Anne de La Trémoille princesa de los Ursinos. Isabel daría en ese mismo momento la orden escrita de destierro y sin darle tiempo a recoger sus cosas en Madrid ni tan siquiera a despedirse del Rey, la princesa, acompañada por cincuenta soldados, fue depositada en la frontera con Francia. Aquella candidata a reina sumisa, obediente y sin deseos de mando le había ganado la partida en la primera jugada.

En Guadalajara la esperaba Felipe V y antes de que el Rey se recuperara del asombro que lo acontecido con la princesa de los Ursinos le había producido, ya se había celebrado la misa de velaciones y ya se había metido Isabel en su cama, lo cual le haría olvidar rápidamente a la que durante tantos años fuera su consejera. A petición de Isabel ratifica el Rey el destierro de Marie-Anne y de todos sus colaboradores. 


Felipe V e Isabel de Farnesio. L.M. van Loo. Museo del Prado   


Los madrileños se habían encariñado con María Luisa Gabriela de Saboya y con sus hijos y en la comparación Isabel salía perdiendo, todos la encontraban fea, estirada y con cara de madrastra mala. Despectivamente empezaron a llamarla la partisana. 


A los seis meses de la boda ya había quedado Isabel embarazada, cosa por otra parte bastante lógica si tenemos en cuenta que a los esposos les costaba abandonar el lecho conyugal y que incluso llegaban a despachar los asuntos de Estado desde la cama. Hubo quien dijo que el verdadero trono de Isabel era el tálamo y que desde él gobernaba a su esposo y al Estado. 

Isabel, era consciente de que la Corona de España tenía ya herederos y que estos eran los hijos varones habidos por el Rey con su primera esposa, María Luisa. También era consciente de que su primera obligación como Reina era dar más hijos al Monarca y estuvo dispuesta a hacerlo. Pero también tenía una ambición y a ésta dedicaría gran parte de sus esfuerzos, Isabel deseaba, sobre todas las cosas, conseguir tronos en los que poder sentar a sus hijos. 

El primer hijo de Isabel nacería en enero de 1716 y recibiría el nombre de Carlos. No sería el único pues a pesar de la deteriorada salud mental del Rey, sus obsesiones sexuales le seguían esclavizando e Isabel sabía como manejar esos asuntos en la alcoba. Siete hijos llegarían a tener, aunque uno de ellos moriría al poco de nacer. 

Desde el principio de su matrimonio Isabel solía acompañar al Rey en todas sus actividades, incluida la caza, que llegaría a gustarle mucho. Ambos habían sido educados en el amor hacia el arte y la cultura y gracias a ello dejaron a los españoles un importante legado: El Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, el Palacio Real de Madrid, las reformas y engrandecimiento del Palacio de Aranjuez y también la fundación de la Real Academia Española y La Real Academia de la Historia. 

Felipe V sufría frecuentes episodios de melancolía y tristeza por lo que dejaba prácticamente el gobierno en manos de su esposa y de Alberoni. Se hicieron muchas reformas en política interior pero lo que realmente interesaba a Isabel era la política exterior, obsesionada como estaba en conseguir tronos para sus vástagos. 

Luis I. Jean Ranc. Museo del Prado


Tal vez a causa de su enfermedad o quizá porque Felipe V albergaba el deseo y la ambición de reinar en Francia si Luis XV fallecía de forma prematura, el 10 de enero de 1724 se firmó un decreto por el que Felipe abdicaba en su hijo Luis. 

Isabel y Felipe se habían retirado al Palacio Real de la Granja pero ocho meses después Luis I fallecería víctima de la viruela y lo haría sin descendencia. Isabel que poseía una gran habilidad política se las ingenio para que su marido volviera a ocupar el trono. 

Isabel era una avispada política pero también una mujer con suerte de tal manera que, por los distintos tratados y pactos que en el tablero de la política europea se firmaban, obtendría el Reino de Nápoles y Sicilia, en cuyo trono sentaría a su hijo Carlos. Por el mismo tipo de pactos obtuvo el Ducado de Parma que paso a ser regido por su hijo Felipe. Poco a poco Isabel iba alcanzando sus objetivos.

La enfermedad del Rey se hacía cada vez más manifiesta, los brotes de la misma eran cada vez más frecuentes y finalmente fallecería en julio de 1746. El único hijo que queda de su matrimonio con Maria Luisa Gabriela de Saboya será el nuevo rey de España con el nombre de Fernando VI

La relación de Isabel con sus hijastros no había sido ni buena ni mala, simplemente se ignoraban. Con la mujer de Fernando, Bárbara de Braganza, se llevaba francamente mal y como además la Reina viuda era incapaz de permanecer al margen de los asuntos políticos fue desterrada al Palacio de la Granja.

Isabel va a conocer la muerte de su nuera Bárbara y poco tiempo después la de su hijastro Fernando VI sin descendencia. Por tanto su hijo Carlos pasaría a ocupar el trono de España con el nombre de Carlos III. 

Carlos III. Anton Rafael Mengs. Museo del Prado


Han pasado los años, Isabel está casi ciega y llena de achaques. Su obesidad la obliga a ser ayudada por dos personas para cualquier actividad incluso, para sentarse o acostarse pero ha conseguido casi todo lo que ambicionó en la vida. Ha sido Reina dos veces y, pese a parecer imposible, ha conseguido que su hijo Carlos ocupe el trono de España, que su hijo Felipe ocupe el ducado de Parma y que el último de sus hijos varones se convierta en Cardenal. En cuanto a sus hijas una es Reina de Portugal, otra Reina de Cerdeña y otra, muerta prematuramente, fue esposa del Delfin de Francia. 

La muerte le sobrevino cuando contaba 73 años y su último deseo fue ser enterrada junto a su esposo en la colegiata del palacio de la Granja.