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lunes, 25 de abril de 2016

Fernando El Católico ( I )









En la villa de Sos, a 10 de mayo de 1452 y a poco de pasar las dos del mediodía venía al mundo el infante D. Fernando, hijo de Juan II de Aragón y de su segunda esposa Juana Enríquez. El pequeño Fernando no estaba destinado a ostentar la corona de Aragón pero, el destino es mecido a veces por hilos invisibles y cambia de rumbo. Tenía Fernando, un hermano mayor fruto del primer matrimonio de su padre con Blanca de Navarra, a este hermano llamado Carlos y más conocido como "el príncipe de Viana" era al que estaba destinada la corona de Aragón, como primogénito que era de Juan II. 

Las relaciones entre Juan II y su hijo Carlos eran muy malas hasta el punto de ordenar el padre el encarcelamiento del hijo. Así que, mientras ellos peleaban, Juana Enríquez tejía los hilos que llevarían a su hijo Fernando a ostentar la Corona  y ya había conseguido que al pequeño, con tan sólo 6 años, se le nombrara duque de Montblanch, conde de Ribagorza y señor de Balaguer, además de otros títulos y señoríos sicilianos. 

En 1461 muere "el príncipe de Viana" y esto supone una solución, no sabemos si esperada pero sin lugar a dudas deseada, para Juana Enríquez. Su querido hijo Fernando ya era el heredero al trono de Aragón.

En Zaragoza permanecería Fernando completando su educación, y en 1465 sus maestros y educadores considerarían que, a pesar de que sólo contaba 13 años de edad, su altura y su porte eran los suficientes como para presentar al príncipe ataviado con armadura al frente de las tropas, y así se hizo. En la batalla conocida como Prats de Rei, apareció el Príncipe al frente de sus soldados y éste sería uno de los primeros éxitos de Fernando, puesto que vencieron. 

Mientras el príncipe Fernando continuaba batallando al frente de las tropas, su madre, Juana Enríquez, libraba las batallas diplomáticas con Francia en pugna por obtener el reino de Navarra. 

Juana Enríquez moriría en febrero de 1468 dejando a Fernando - que siempre tuvo en ella una gran aliada - solo. En esa época el Príncipe, había iniciado ya sus aventuras amorosas y un bastardo suyo estaba a punto de nacer. Así pues, y a pesar de su juventud, Fernando se había convertido en un hombre fuerte, en un aguerrido soldado y en un político en ciernes que ya se había estrenado como tal en alguna negociación, habiendo dado muestras también de ser un conquistador de corazones femeninos. Por ello su padre Juan II, consideraría que debía aprovechar ese perfil tan atractivo de su hijo en beneficio del Reino y nombró a Fernando rey de Sicilia. No trataba con esto de apartar a su hijo del reino de Aragón, más bien al contrario, intentaba con esta maniobra darle un mayor rango y aumentar su atractivo de cara a posibles enlaces matrimoniales que fueran importantes para la Corona. 

Mientras tanto, en Castilla, se libraban las batallas políticas para evitar una guerra civil y se llegaba en Guisando - mediante los pactos del mismo nombre - a reconocer a Isabel, hermana de Enrique IV, heredera al trono de Castilla en detrimento de Juana, apodada "la Beltraneja", e hija de la esposa legitima de Enrique y cuya paternidad era puesta en duda por los nobles castellanos.



Isabel la Católica

La boda de Isabel y Fernando parecía conveniente al rey Juan II, no así al rey de Castilla, Enrique IV, que intentaría por todos los medios evitarla. Enrique, en su deseo de impedir la celebración del matrimonio - pues tenía otros planes para Isabel - la sometía a vigilancia y vigilaba también las fronteras del reino para impedir la entrada de Fernando pero, el príncipe lograría burlar la vigilancia y vestido con ropas de criado llegaría hasta Burgo de Osma donde le esperaba el arzobispo Carrillo para conducirlo a Dueñas. 

Eran las 10 de la noche del día 14 de Octubre de 1469 cuando Isabel y Fernando se conocerían al fin. Cinco días después y, tras el juramento mediante el cuál Fernando se comprometería a cumplir y a obedecer las leyes del reino de Castilla, se celebraría la misa de velaciones. 

Fernando ya era un hombre casado y Aragón tenía ya una aliada en Castilla. A sus 17 años Fernando daría ya muestras de ser un hombre prudente. Escuchaba, se dejaba aconsejar y meditaba pero la decisión final siempre era la suya. Lo primero que hacen los esposos es mandar procuradores a Enrique IV garantizándole su obediencia. Isabel quedaría embarazada a los pocos meses pero la decepción llegaría cuando se vio que el fruto de la gestación era una niña, ya que, un varón era considerado necesario para la consolidación de la causa. 

Durante los años que siguieron, Fernando empezaría a demostrar que era un gran estratega. Además de intentar ayudar a su esposa para que la nobleza que apoyaba a "la Beltraneja" no lograra sus propósitos, se posicionaría defendiendo los intereses de otros nobles - como los Mendoza - que lógicamente se apresurarían a agradecerle el gesto y de este modo y mientras esperaban la muerte de Enrique IV, los príncipes iban logrando alcanzar una posición y un prestigio tan grandes que estaban seguros de que en el futuro la nobleza cerraría filas en torno a ellos. También acudiría Fernando a las llamadas de su padre desde Aragón para defender los intereses del que realmente era su reino. 

Así estaban las cosas cuando en diciembre de 1474 muere en Madrid Enrique IV. Isabel se proclama reina de Castilla al siguiente día de los funerales sin esperar a su esposo - que se encontraba en Zaragoza - para hacerlo. Isabel sería proclamada como reina propietaria y Fernando tan sólo sería el consorte de la reina. 


Coronación de Isabel la Católica. Muñoz de Pablos


Esta situación enfurecería a Fernando y según el cronista Alfonso de Palencia, Fernando que ya tenía 22 años de edad, amenazaría con marcharse a su reino si no se aceptaba su derecho a ejercer el poder real. Isabel lograría convencer a su marido argumentando que teniendo ellos tan sólo una hija, por el momento, deberían aceptar el privilegio femenino de ejercer el poder en ausencia de heredero varón legítimo. Además se reconocería que Fernando no sería solo un rey consorte, sino que compartiría con Isabel todas las funciones. Tras las negociaciones Isabel y Fernando firmarían el llamado "documento de la concordia".
                                                                                                                     Continuará...

viernes, 15 de abril de 2016

Federico III de Alemania




Príncipe Federico - Heinrich von Angeli

Federico, que nació en Potsdam en octubre de 1831, era el primer hijo de un segundón de la dinastía Hohenzollern. Su madre, Augusta de Sajonia-Weimar-Eisenach era una mujer liberal que había recibido una buena educación y su padre, Guillermo de Prusia, era el segundo hijo del rey Federico Guillermo III. No estaba pues llamado a ocupar un trono pero las carambolas de la vida le llevaron a él, aunque fuera tan sólo por tres meses.

El matrimonio de sus padres no era feliz. Su padre, que había estado profundamente enamorado de una princesa polaca, se había visto obligado a pedir en matrimonio a Augusta por razones de Estado, pero había dicho de ella que "la princesa es agradable y culta pero no me atrae" y es de suponer que estos comentarios llegarían a oídos de la flamante novia que no debió sentirse muy complacida por ellos. No hubo pues buena relación entre ambos y eso repercutió, como no, en la infancia de sus hijos. 

Fue su madre, la princesa Augusta, quien puso todo el empeño en que su hijo recibiera una educación esmerada y Federico demostró ser un alumno aventajado que además dio muestras de una gran facilidad para los idiomas pero, como no podía ser de otra manera tratándose de la corte prusiana, también recibió una extensa formación militar. Se matriculó en la universidad de Bonn y esa época universitaria acabaría de marcar su temperamento liberal. 

No era sólo Federico el que tenía ideas liberales. En su país se empezaba a gestar la idea de una Alemania unida bajo una monarquía constitucional que garantizara la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. A pesar de que estas ideas dieron lugar a varias revoluciones, los conservadores lograron frenarlas pero no pudieron evitar que las ideas liberales continuaran existiendo en la población.

Cuando en 1851 se inaugura la Gran Exposición de Londres, Federico y sus padres acuden a Inglaterra invitados por la Reina Victoria y es en esa ocasión cuando Federico conoce a la que con los años se convertiría en su esposa, la hija primogénita del príncipe Alberto y de la reina Victoria.

Princesa Victoria - Winterhalter

Gustaba a la soberana del Reino Unido la posibilidad de ese enlace matrimonial y la idea del mismo también era del agrado de Augusta, la madre de Federico, no así de su padre que hubiera preferido a una princesa rusa. En la siguiente ocasión en la que se vieron - un encuentro propiciado por la reina Victoria que había invitado a Federico a pasar unos días en Balmoral - ambos jóvenes se enamoraron y se comprometieron en matrimonio.

Puesto que la princesa Victoria era aún demasiado joven, los enamorados hubieron de esperar dos años antes de contraer matrimonio pero al fin el 25 de enero de 1858 se celebró la boda en el palacio de St. James en Londres. La novia hizo su entrada acompañada por la marcha nupcial de Mendelssohn siendo ésta, tal vez, la primera vez que la música de Mendelssohn se oía en una boda. Formaban una hermosa pareja que además estaba muy enamorada pero, no iba a ser el suyo un camino de rosas. 

Boda de Federico y Victoria - J. Phillips


Las ideas liberales de Victoria, educada en una monarquía constitucional, no eran del agrado de su suegro ni tampoco de Bismarck, que consideraba que Victoria era una mala influencia para el Príncipe y además el carácter de la nueva princesa no era del agrado de los prusianos. Victoria era una mujer "estirada" que se consideraba a si misma superior a su familia política y consideraba a Inglaterra superior a Prusia, razón por la cual no despertó simpatías en la corte prusiana que ya de por sí tenía un sentimiento antibritánico muy arraigado. Así pues, ambos fueron separados de las zonas de influencia y se les apartó mandándoles a vivir alejados de Berlin, concretamente al palacio de Potsdam. 

El rey Federico Guillermo IV, no tenía hijos y además en 1858 sufrió una enfermedad mental que lo apartó del trono. Esto supuso que el padre de Federico pasara a ocupar la regencia y que fuera coronado rey como Guillermo I cuando murió su hermano tres años después. Tremendamente conservador, Guillermo I se apresuró a nombrar a Otto von Bismarck como canciller y a dejar las riendas de la política del país y de la unificación de Alemania en sus manos. 

Con la subida de su padre al trono, Federico pasó a ser el Kronprinz y ya como príncipe heredero, protestó públicamente contra los decretos restrictivos de las libertades de los ciudadanos promulgados por Bismarck. Lógicamente esto no gustó al canciller y lo único que consiguió Federico fue un mayor aislamiento y ser excluído de todos los asuntos políticos.

Participó como militar en la guerra de los Ducados y fue condecorado por su valentía. También dirigió el III Ejercito Alemán cuando estalló la guerra franco-prusiana. Pero, no tenía Federico inclinación militar y si lo hizo fue porque así se lo demandaba su padre. En varias ocasiones llegó a decir públicamente que no le gustaban las guerras y que esperaba no tener ninguna cuando ascendiera al trono. 


Federico conversando con dignatarios - Adolf von Menzel

La unificación de Alemania se llevó a cabo y Guillermo I fue proclamado Emperador en 1871. El hecho de haberse convertido en heredero de un Imperio no cambió la vida de Federico, que siguió aislado y con funciones puramente representativas en bodas, funerales y demás eventos. Tanto él como los liberales deseaban ardientemente que Federico subiera al trono pero tardó en hacerlo 27 años. 

Victoria era una madre prolífica y dio al Kronprinz ocho hijos, aunque dos de ellos no llegaron a la edad adulta. El primero de ellos, Guillermo, que estaba llamado a convertirse en su heredero nació con una tara física y ello supuso una dura prueba para ambos cónyuges que, por incomprensible que parezca sintieron, al menos la princesa Victoria, un rechazo hacia su hijo. Como consecuencia de ello, las relaciones entre padres e hijo serían complejas y el que un día se convertiría en el Kaiser Guillermo II pasaba la mayor parte de su tiempo con su abuelo, el Emperador, sintiéndose mucho más cercano a las ideas conservadoras de éste que a las liberales de sus progenitores.


Federico con su hijo Guillermo en Balmoral

En 1887 Federico contaba 55 años de edad y empezaría a experimentar una ronquera que sería evaluada por el Dr. Gehrardt, uno de los médicos más eminentes de Alemania. Observó éste una lesión en una cuerda vocal e intentó extirparla con distintos métodos sin lograrlo. Recurrió entonces a la opinión del Dr. Bergmann, catedrático de cirugía, quien diagnosticó cáncer laríngeo. Tras el diagnostico, Bergmann consideraría que el único tratamiento posible sería la laringuectomía total. La experiencia en este tipo de intervenciones era poca puesto que la primera laringuectomía se había realizado tan solo 15 años antes y los resultados de las que se habían practicado no habían sido demasiado alentadores.

Ambos médicos explican a los príncipes su diagnóstico y el tratamiento que consideran oportuno pero interviene entonces la princesa Victoria, quien convence a Federico para que sea evaluado por un médico inglés - la Princesa consideraba que su país natal estaba más avanzado que el resto de Europa - y el elegido fue el Dr. Mackenzie. Como era lógico la consulta al médico inglés no fue bien recibida en Alemania. Los conservadores consideraron que se evidenciaba con este acto la enorme influencia que ejercía Victoria en su esposo y el desprecio que sentía por todo lo alemán. Por otra parte los médicos alemanes Gerhardt y Bergmann consideraron la consulta al inglés como una afrenta personal. 

Mackenzie examinó al paciente y concluyó, tras extirpar una pequeña parte de la lesión y hacerla analizar por el patólogo Virchow, que la lesión no era maligna. Con la alegría de este diagnóstico los príncipes decidieron continuar su vida con normalidad. 

En noviembre de ese mismo año Victoria y Federico se encontraban de viaje en San Remo y el Príncipe sufre un resfriado y ve con preocupación como en su cuello aparece una tumoración. Avisado Mackenzie acude a San Remo con urgencia, comprobando el aumento de tamaño de la glándula submaxilar y diagnosticando, ahora si, un cáncer de laringe de cuya aparición culpa a los médicos alemanes, pues argumenta que las manipulaciones a los que éstos le sometieron para extirpar la lesión habían sido las causantes de la malignización. Aconseja entonces la laringuectomía que antes desaconsejó, pero en esta ocasión Federico se niega. 

En febrero de 1888 su estado empeora y los médicos se ven en la necesidad de practicarle una traqueotomía que lo dejaría sin habla. En marzo muere su padre y Federico se convertía al fin en Emperador, pero su estado era ya irreversible y falleció el 15 de Junio. Su reinado había durado tan sólo 99 días. Poco tiempo para llevar a cabo las reformas con las que tanto había soñado. 

En la autopsia del Emperador se encontró la laringe destruida por un carcinoma y se siguieron cruzando acusaciones entre Mackenzie y los médicos alemanes sobre el error diagnóstico que había retrasado el tratamiento. 


Los restos mortales de Federico III recibieron sepultura en la Friedenskirche de Potsdam.

martes, 5 de abril de 2016

Isabel María de Austria, "la archiduquesa roja"







La única hija del Kronprinz Rodolfo, heredero del Imperio Austrohúngaro y de su esposa, Estefanía de Bélgica, venía al mundo el 2 de septiembre de 1883. Como sucedía en cualquier familia real o imperial que se preciase, a la niña se le impusieron hasta cinco nombres, el primero de los cuales era en honor de su abuela paterna, la emperatriz “Sissi” y, como era también habitual, se le asignó un diminutivo, Erzsi, por el que todos la conocerían. 

El matrimonio de sus padres, como tantos otros de la realeza, era un matrimonio impuesto por razones políticas y por lo tanto carente de afectividad, pero además se dio la circunstancia de que tras el nacimiento de Erzsi su madre, la archiduquesa Estefanía, quedó imposibilitada para concebir más hijos, razón por la cual el Kronprinz no volvería a acercarse al lecho de su esposa. 

La corta edad de Erzsi la mantendría, probablemente, ajena a la tormentosa vida conyugal de sus padres. Contaba seis años cuando los terribles hechos sucedidos en Mayerling la dejaron huérfana de padre. Lo que estos hechos pudieron influir en la formación de la personalidad de la pequeña lo ignoramos pero lo que si sabemos es que su vida dio un giro y pasó a vivir bajo la tutela emocional y afectiva de su abuelo Francisco José. Al quedar viuda Estefanía - que no se encontraba integrada en la Corte vienesa - pasó a convertirse, al igual que su suegra la Emperatriz Sissi, en un pájaro errante que pasaba la mayor parte de su tiempo viajando. Así pues, Erzsi fue una niña mimada y educada por un abuelo que quería resarcir en ella las malas relaciones que había mantenido con su hijo, el padre de la que sin duda fue su nieta favorita. 

Cuando contaba 16 años asistió a su primer baile y parece ser que causó sensación por su belleza: era rubia, de ojos azules, con un hermoso cutis y también alta y delgada. Pero esta apariencia de princesa de cuento de hadas dulce y frágil era, según nos dice en su libro sobre la Archiduquesa el historiador Friedrich Weissensteiner, tan solo eso, apariencia. Asegura Weissensteiner que ya entonces Erzsi era completamente consciente de su rango, sabía lo que quería y sabía también como conseguirlo.


Francisco José I

Fue precisamente en ese baile donde conoce a un oficial del ejercito muy apuesto y perteneciente a la nobleza: Otto Windisch-Greatz. La Archiduquesa quedaría altamente impresionada por este joven que era diez años mayor que ella. 

Pocos meses después de estos hechos - y para disgusto de Erzsi - su madre, la archiduquesa viuda Estefanía, contraería nuevo matrimonio. Durante los esponsales, y tal vez para fastidiar la fiesta, Erzsi daría la noticia de que también ella iba a casarse con el hombre del que se ha enamorado. Parece ser que Otto, que era el hombre en cuestión, nada sabía de los propósitos de la joven y tuvo que ser el propio emperador Francisco José quien citara en audiencia a un sorprendido Otto, que argumentó la imposibilidad de poder aceptar la oferta puesto que ya estaba comprometido. Consideraba el Emperador que el matrimonio con un lugarteniente del ejercito no era el más adecuado para su nieta, pero como estaba dispuesto a satisfacer todos los deseos de Erzsi, dio al traste con los argumentos de Otto recordándole que como oficial del ejercito debía acatar las ordenes de sus superiores.

La boda se celebró en 1902 en el palacio de Hofburg. La novia había recibido una cuantiosa dote por parte de su abuelo y conservaba el titulo de Alteza Real pero había tenido que renunciar previamente a sus derechos sucesorios. El novio, por el contrario, se sentía verdaderamente infeliz. No es de extrañar pues que Otto buscara en los brazos de una actriz joven y hermosa, Louise Ziegler, una pequeña parte de la satisfacción sentimental que no sentía al lado de su esposa. Enterada Erzsi, parece ser que, loca de celos, irrumpió en el apartamento donde su esposo se veía con su amante y descerrajó dos tiros a la actriz. Esto al menos es lo que publicaba en marzo de 1904 el periódico The Call y también el The Kingston Daily, aunque aclarando que fuentes oficiales habían negado absolutamente los hechos y por lo tanto la noticia quedaba tan solo a nivel de la rumorología. Desde luego nada fue probado. 


Isabel María y Otto

A pesar del desamor y las desavenencias el matrimonio tuvo cuatro hijos. Con el paso del tiempo las cosas irían empeorando y lo que un día fue amor, por parte de la Archiduquesa, se iría transformando en aversión. En 1911 Erzsi compra el castillo de Shönau y gasta una fortuna en amueblarlo, probablemente con la intención de pasar temporadas en él sin su marido pero además decide que pasará los inviernos en Istria con sus hijos porque el aire del mar - como a su abuela Sissi - le resultaba beneficioso. 

Es en Istria donde conoce a un oficial de la Marina llamado Egon Lerch, con quien mantiene una “especial amistad” hasta que en 1915 el marino encontró la muerte en un submarino que explotó al chocar con una mina cerca de Venecia. Es en agosto de ese mismo año cuando decide separarse de su esposo y como correspondía a los miembros de la familia imperial, Erzsi necesitaría el permiso del Emperador para llevar a cabo la separación. Pero en este caso, la profunda religiosidad de Francisco José le impidió satisfacer la petición de su nieta y el permiso fue denegado. 

A la muerte del Emperador en 1916 la Archiduquesa intenta de nuevo la separación y solicita la autorización del nuevo Emperador. No la obtiene y además su madre Estefanía y toda la familia imperial se posicionó en su contra y dieron su apoyo a Otto. Acostumbrada a conseguir lo que quería, abandonó a su esposo cogió a sus hijos y se trasladó a vivir al castillo Shönau. Empezaría entonces una encarnizada lucha por la custodia de los hijos. La policía, en cumplimiento de una orden del juez, que había concedido la custodia a Otto, acudió a Shönau con la intención de llevarse a los niños pero, un piquete de más de cien trabajadores rodearon el castillo impidiendo el paso a los gendarmes que finalmente desistieron. El incidente ocupó las paginas de la prensa y finalmente el juez dio la custodia a la Archiduquesa. No olvidaría Erzsi el comportamiento de sus familiares y cuando el Imperio cayó no movería ni un solo dedo para ayudar a su familia.

En 1921 conoce al profesor Leopold Petznek, un político socialdemócrata diputado del Parlamento de Estado y tres años después se une sentimentalmente a él. Fue entonces cuando se produce el gran cambio en la personalidad de Erzsi. El viento que había recorrido Europa derribando instituciones centenarias sacudió sus hombros e hizo crecer en ella una conciencia social. El gran parque que rodeaba su castillo fue abierto para los niños de las barriadas obreras y en él se sembraban hortalizas que eran repartidas entre la gente necesitada. Ya entonces se la empezaba a llamar “la Archiduquesa roja”. 

Leopold Petznek,

En 1927 conoce en un mitin político al que se convertiría en el canciller de la República Austriaca Bruno Kreisky y surgiría entre ellos una profunda amistad que afianzaría todavía más las ideas socialdemócratas de la otrora archiduquesa. 

En 1929 Erzsi, que conservaba intacta su gran fortuna y disponía de ella para ayudar a su partido político compró la Villa Windischgraetz. Su ex marido y sus hijos, a los que había intentado educar en el espíritu socialista con escaso éxito, no parecían estar conformes con ello y la acusaron públicamente de dilapidar su fortuna en pro de la socialdemocracia. Las relaciones con sus hijos se enfriarían definitivamente. 

Los tiempos empezaban a cambiar en Austria, el ambiente político entre conservadores y socialdemócratas se hizo cada vez más denso y enrarecido y en 1934 una lucha armada que duró varias semanas estalló en Viena. La socialdemocracia fue condenada a la clandestinidad y Petznek encarcelado por orden de la dictadura de Dolfuss. En 1944 fue internado en el campo de concentración de Dachau del que fue liberado al terminar la guerra. 

En 1948 Erzsi obtiene al fin el divorcio de su primer marido y puede casarse con Leopold, su autentico amor, que moriría en 1956 dejándola sumida en una profunda tristeza. 

A partir de ese momento vivió cada vez más recluida, se volvió huraña y desconfiada y poco a poco una enfermedad reumática la dejaría confinada a una silla de ruedas. Murió en 1963 como consecuencia de una enfermedad cardiaca. 

Legó todos sus bienes a la ciudad de Viena y a cuatro ordenes religiosas. Sus hijos tan solo percibieron la parte que la ley les otorgaba. Por su expreso deseo fue enterrada en el cementerio de Hütteldorf, en una tumba sin inscripción ni nombre cercana a la de su esposo Leopold.