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martes, 23 de febrero de 2016

María Antonia de Borbón Lorena, Esposa de Fernando VII







María Antonia de Borbón. - Vte López Portaña. Museo del Prado



Corría el mes de diciembre de 1784 cuando nacía en Nápoles, en el palacio de la Casserta, la duodécima hija de los reyes Fernando IV y María Carolina. Era alegre, rubia, de ojos azules y facciones delicadas. Su educación fue austera y muy completa, como era lógico tratándose de una nieta de la emperatriz María Teresa de Austria. La lectura era, tal vez, una de sus aficiones favoritas y tenía por costumbre apuntar todo lo que leía.

Cuando Napoleón invadió Nápoles la familia real se exilió en Palermo y más tarde la reina María Carolina se trasladaría con sus hijas a Viena. Fue en la capital de Austria donde empezaría a buscar posibles candidatos para que sus niñas hicieran ventajosos matrimonios como correspondía a las hijas de las familias de la realeza. 

María Antonia entró a formar parte de un doble acuerdo establecido entre sus padres y los Reyes de España. El Príncipe de Asturias y por lo tanto futuro rey de España, Fernando, casaría con Maria Antonia y el hermano de ésta, Francisco, heredero al trono de Nápoles, con la Infanta Isabel. Hubo que pedir dispensa al Papa ya que Fernando IV de Nápoles y Carlos IV de España eran hermanos. Una vez obtenido el favor del Papa quedó establecido el acuerdo matrimonial y, aunque a María Carolina parece que no le gustaba demasiado el novio elegido para su hija, se abstuvo de hacer a la futura Princesa de Asturias una descripción detallada de su prometido.

Carlos IV aprovechó la boda de su hijo para pasearse por su Reino, cosa poco frecuente, y así al dirigirse a Barcelona - ciudad donde iba a recibirse a la Princesa y a oficiarse la ceremonia matrimonial - pasó primero por Zaragoza y después del enlace aprovechó para dirigirse a Murcia y a Valencia. La boda, y María Antonia en particular, representaban para Carlos IV tres importantes posibilidades: la primera mejorar el prestigio de los Reyes con un acercamiento a las provincias y con las celebraciones que serían efectuadas en ellas, la segunda procurar el acercamiento entre las coronas de España y Nápoles y la tercera era la posibilidad de consolidar la Corona con un nuevo heredero.

Cuando en Octubre de 1802 María Antonia conoce al que sería su marido sufre una gran decepción y un enorme disgusto. Así lo cuenta ella en una carta que escribió a su primo varios meses después de la boda : " Cuando bajé del coche y vi al Príncipe creí desmayarme…. quedé espantada". Parece ser que en los retratos que había visto de su prometido éste no aparecía ni tan feo ni tan gordo como en realidad era. Para su desgracia no sería ésta la única sorpresa que le esperaba del que en su día sería llamado el rey felón. 


Fernando VII. Francisco de Goya. Museo del Prado

No sería feliz la vida de la Princesa de Asturias en la Corte española. Su suegra, Mª Luisa, la vigilaba estrechamente manteniendo informado a su favorito Godoy de cualquier cosa que la Princesa hacia y además el matrimonio no llegaba a consumarse, de hecho, Fernando no logró el propósito de copular con su esposa hasta un año después de realizarse el matrimonio. No es que María Antonia lo desease pero si se mostraba extrañada y así se lo hacía saber a su madre en las cartas que le dirigía y así se lo contaba su madre al embajador de Nápoles en Madrid en una carta que le escribió :" el marido no es todavía marido y no parece tener deseo ni capacidad de serlo….mi hija es completamente desgraciada". También la reina Mª Luisa informaba a Godoy puntualmente de ésta situación.

El problema de Fernando, fuera cual fuese, se resolvió y llegó el momento de que el matrimonio se consumase y aquí vino el segundo gran disgusto y, probablemente, el susto de la Princesa. Su esposo tenía una macrogenitosomía lo que dificultaba enormemente las relaciones además de hacerlas muy dolorosas para la pobre María Antonia y para mayor disgusto de la Princesa, se dio la circunstancia de que Fernando, una vez hubo probadas las relaciones maritales, se aficionó tanto a ellas que buscaba de continuo a su esposa para llevarlas a cabo. 

Como era de esperar con estos continuos trajines, María Antonia quedó embarazada pero, abortó a los pocos meses. Ese aborto fue descrito con pelos y señales por la reina Mª Luisa en carta escrita a Godoy "esta tarde he presenciado el mal parto de mi nuera…..con un feto más chico que un grano de anís….

A pesar de su débil salud - María Antonia había sufrido ya varios episodios febriles - la Princesa de Asturias se repuso pronto de este aborto y no tardó demasiado en quedar de nuevo embarazada. 

En torno al Principe de Asturias, el futuro Fernando VII, se iba formando un núcleo opositor a Manuel Godoy y al enorme y absoluto poder que éste tenía. Por otra parte el distanciamiento entre Fernando y sus padres era cada vez mayor y estas malas relaciones incluían también a la pobre María Antonia. D. Manuel , que no se fiaba en absoluto de los Príncipes, intentaba someter a éstos al aislamiento político además de espiar cada uno de sus movimientos y todo cuanto acontecía en sus vidas. Toda la corte era conocedora de la desconfianza que los Príncipes inspiraban a los Reyes.

En el verano de 1805 se encontraba la Familia Real en la Granja de San Ildefonso cuando el 18 de agosto se le presentan a María Antonia unos dolores abdominales que hacen temer un nuevo aborto. No quiere la Princesa que se avise a ninguna comadrona y exige ser examinada por el médico de cámara D. Pedro Castelló y Ginestá que será quien la asista en este nuevo aborto. La descripción del mismo la volvemos a encontrar en la misiva que la reina María Luisa le dirige a Godoy "Amigo Manuel, por fin malparió María Antonia …..el feto era más chico que un cañamón chico…". 


Mª Luisa de Parma. - Francisco de Goya. Palacio Real


María Antonia no se repuso de este aborto y la enfermedad que sufría se exacerbó tras el mismo. Según los médicos que la asistían, en noviembre de ese mismo año "había sido invadida por una artritis universal acompañada de calenturas erráticas, opresión en el pecho, palpitaciones, tos y esputos con estrías de sangre y vómitos". La enfermedad continuó su curso y a pesar de los cuidados de los siete médicos de cámara que la asistian se produjo el fallecimiento algunos meses después. 

Los siete profesores que le habían prestado asistencia, realizaron también la autopsia de su cadáver para proceder al embalsamamiento y concluyeron que el corazón era de enorme magnitud y que estaban dilatados los ventrículos, las aurículas y los grandes vasos. El Dr. Gargantilla, basándose en los datos de su autopsia, dice que la enferma padecía una malformación cardíaca que le produjo, con el paso de los años, una cardiomegalia. 

No obstante, por los mentideros de Madrid corrió el rumor de que la Princesa había sido envenenada con una taza de chocolate y lógicamente todos los ojos miraron a Godoy como el autor del envenenamiento. Sin embargo, conociendo la larga enfermedad de María Antonia, nadie, ni siquiera el marqués de Villaurrutia, biógrafo de Mª Luisa, dio credibilidad a estas habladurías, ya que, como decía el propio Godoy: "todo el mundo sabía que la Princesa había llegado ya tísica a España".

Maria Antonia de Borbón Lorena murió el 21 de mayo de 1806 a los veintiún años de edad. Está enterrada en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial.

sábado, 13 de febrero de 2016

Alberto Victor, duque de Clarence







Nacido el 8 de enero de 1864, fue el primer hijo del entonces Príncipe de Gales, Alberto Eduardo, y de Alejandra de Dinamarca y por tanto, nieto de la reina Victoria I del Reino Unido. Nació prematuramente y tal vez, de esta circunstancia, pudieron derivarse sus problemas de aprendizaje. 

Al ser el segundo en la linea de sucesión, su educación fue considerada un tema de Estado y la propia Reina estableció su programa de formación nombrando como tutor del pequeño príncipe a John Dalton. Como apenas año y medio después de su llegada al mundo había nacido su hermano Jorge se decidió que ambos estudiaran juntos. Así iniciaría este príncipe una corta vida, jalonada por los escándalos. 

No destacaba Eddy - ese era su diminutivo familiar - por su inteligencia ni tampoco por sus habilidades. En palabras de su tutor su mente estaba "aletargada" y en palabras de su hermano Jorge "era un vago". Tenía dificultades con los idiomas y tan solo logró aprender danés gracias a los esfuerzos de su madre.


Alberto Victor con sus padres

Durante tres años, ambos príncipes, sirvieron como cadetes navales y realizaron un viaje por todo el Imperio Británico acompañados, lógicamente, por Dalton. A su regreso ingresó en el Trinity College de Cambridge donde demostró que no tenía ningún interés por nada que tuviera que ver con el intelecto, así que su real familia decidió que lo mejor era nombrarle oficial del Décimo Regimiento de Húsares. El historiador A. Coock, en un intento de lavar la reputación de Eddy, afirma que la falta de progresos académicos del príncipe se debía, en gran parte, a la educación tiránica impartida por Dalton.

En julio de 1889 la Metropolitan Police Service descubriría un prostíbulo masculino en la calle Cleveland de Londres. En aquella época la sodomía era considerada un delito en el Reino Unido y durante los interrogatorios a quienes ejercían la prostitución en aquel lugar, uno de los encausados facilitó una lista de clientes que ocasionó un autentico escándalo. Entre la lista de clientes figuraban hombres de la alta sociedad y de la aristocracia londinense y parece ser que entre ellos aparecía también el nombre de Eddy. Aunque nada se probó y la mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que no existen evidencias que lo vinculen al escándalo lo que si parece probado es que su padre, el Príncipe de Gales, intervino en la investigación. 

Unos meses después de estos hechos, concretamente en octubre de 1889, Eddy partió hacia la India en un viaje que duró siete meses. Las malas lenguas sugirieron que emprendía el viaje para apartarse del escándalo pero, lo cierto es que la gira ya estaba programada antes de que la policía descubriera el burdel de la calle Cleveland. Durante este viaje, Alberto Victor, conoció a Margaret Haddon una mujer casada con un oficial ingles con la que, parece ser, mantuvo una  cierta relación. Unos años más tarde - el príncipe ya había desaparecido - esta mujer acudiría a Londres asegurando que Eddy era el padre de un hijo suyo pretendiendo así hacer chantaje a la Familia Real. 


María de Teck

Deseosa la Familia Real de apartar a Eddy de los comentarios malintencionados, se inició la búsqueda de una novia para el príncipe. La primera, en 1889, fue Alix de Hesse, que rechazó la oferta de noviazgo,  - no sabemos si influenciada por la fama del príncipe. Unos meses más tarde se le relacionó con Elena de Orleáns pero, el hecho de que la princesa fuera católica, dio al traste con los planes. Finalmente, la elegida fue María de Teck, una candidata que gustaba a la reina Victoria y a los Príncipes de Gales. Se puso fecha al enlace: el 27 de febrero de 1892 pero, éste, nunca llegaría a celebrarse.

Todos los preparativos de la boda estaban casi completados, faltaba tan solo un mes para el enlace. María de Teck tenía ya su vestido de novia preparado cuando Eddy enfermó de gripe.

Eddy ya había caído enfermo dos años antes, en 1890 y en aquella ocasión, sus médicos, entre los que se encontraba Francis Laking, fueron parcos en el diagnostico trascendiendo solamente que el príncipe sufría de "fiebre". Los rumores se dispararon y la mayoría de éstos apuntaron a que Eddy sufría una enfermedad venérea. El príncipe pareció recuperarse sin problemas.

Sin embargo, en 1892, el proceso gripal se complicaría con una neumonía a pesar de los cuidados de los médicos reales que le atendían, el Dr. Laking y el Dr Reid. Eduardo VII, desesperado ante la gravedad, llamó a consulta al Dr Broadbent que, en aquel entonces, era presidente de la Sociedad Médica de Londres. Broadbent haría lo que pudiera por salvar la vida del real paciente pero, a pesar de ello, el fallecimiento se produjo el 14 de enero de 1892, pocos días después de que el príncipe cumpliera los veintiocho años. 


Albert Victor 

Los rumores escandalosos que siempre habían acompañado a Alberto Victor en vida continuaron acompañándole después de su muerte. Muchos fueron los que argumentaron que la causa del fallecimiento había sido la sífilis, algunos apuntaron directamente a un envenenamiento y otros aseguraron que no había muerto y que en realidad se había fingido su muerte para apartarle de la línea sucesoria por no considerarle adecuado para que ciñera la corona.

Nada de esto ha sido probado por los historiadores.

Uno de los famosos rumores que llegaron a circular fue el de la posibilidad de que Alberto Victor, duque de Clarence, hubiera sido el famoso "Jack el destripador". Esta atribución aparecería por primera vez en 1962 a través de una biografía de Eduardo VII escrita por P. Julienne. Catorce años después,  en 1976, el escritor S. Knight lanzaba una nueva teoría en su libro "Jack the Ripper: the final solution". Según Knight el pintor Walter Sickert era amigo de Eddy y ejercía como cicerone del príncipe en el Londres más bohemio y licencioso. Cuenta que Alberto Victor se había enamorado locamente de una prostituta, modelo ocasional del pintor, llamada Annie Croock. El autor del libro apunta que Annie y Eddy se habían casado en secreto y que tuvieron una hija. Para tapar el escándalo que se habría provocado si estos hechos salían a la luz pública y siempre según el autor del libro, la reina Victoria, Eddy, la francmasonería y el médico personal de la Reina, William Gull, se habrían confabulado para acabar con la vida de Annie y de otras cuatro camaradas suyas a quienes ésta habría contado su historia con el príncipe. Nada de todo esto ha sido probado.

En el año 2002 la novelista Patricia Cornwell teorizó en su libro "Jack el destripador: caso cerrado" sobre la autoría de los crímenes, atribuyéndoselos al amigo del príncipe, el pintor Walter Sickert. A pesar de que la novelista gastó una fortuna en el intento de probar su teoría, hasta el momento no lo ha conseguido. La identidad del asesino de Whitechapel sigue siendo un misterio. 

Alberto Victor, duque de Clarence, recibió sepultura en el castillo de Windsor.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Leonor de Austria




Leonor de Austria. Joos van Cleves


Vino al mundo en Lovaina, en las cercanías de Bruselas el 15 de noviembre de 1498. Fue la primogénita de los hijos que tendrían Felipe “ El Hermoso” y Juana “ La Loca”. Su hermano Carlos, que llegaría a ser el Emperador Carlos V, nacería dos años después y se convertiría en el compañero de sus juegos infantiles. La vida de Leonor siempre estaría ligada a la de su hermano. 

Leonor, al igual que sus hermanos, tuvo poco contacto con sus padres ocupados como éstos estaban en afianzarse como herederos en el Reino de Castilla, por lo tanto su educación y cuidado correría a cargo de su tía Margarita, que ejercería de autentica madre de sus sobrinos y de quien recibirían todo el cariño que su progenitora fue incapaz de entregarles. 

Leonor era hermosa, inteligente y culta y a los dieciséis años se había convertido en una princesa casadera muy deseable. Según cuentan, parece ser que en aquellos años se sentía muy atraída por Federico del Rin, con quien se había relacionado pero, enterado su hermano Carlos daría al traste con el enamoramiento. Con una madurez intelectual impropia de sus años, Carlos consideró que Leonor era una importante pieza con la que negociar y no estaba dispuesto a perderla por muy enamorada de Federico que estuviera así que, obligó a ambos jóvenes a jurar ante notario que la relación que habían mantenido era tan solo amistosa y que jamás sería de otra naturaleza. 

Ya había muerto su padre y su madre, enajenada mentalmente, había sido recluida en Tordesillas. Corría el año 1516, Carlos y su hermana Leonor se encuentran en el palacio de Malinas junto a su tía Margarita cuando les llega la noticia de la muerte de su abuelo Fernando “El Católico”. Cuando esto sucede su hermana Isabel ya había contraído matrimonio con el rey de Dinamarca y su hermana María se había trasladado a Austria. Carlos empieza a preparar el viaje que lo llevaría a tomar posesión de sus reinos en la península y la fiel Leonor le acompañaría.

El 4 de noviembre de 1517 ambos hermanos visitan a su madre en Tordesillas y quedan desolados ante la falta de reconocimiento por su parte y ante el aspecto que presenta. También conocen a su hermana Catalina, víctima inocente de la reclusión de su madre. Ya en Valladolid, donde se habían reunido las Cortes de Castilla para jurar lealtad a Carlos I, conocerá a su hermano Fernando. 

Una vez instalado en el trono, Carlos I decidiría estrechar lazos con el país vecino y se acuerda el matrimonio de Leonor con Manuel I de Portugal. Es de suponer que no sería del agrado de la Infanta el novio escogido por su hermano, ya que además de haber sido el esposo de dos de sus tías era treinta años mayor que ella pero, obediente como era, acepto su destino con conformidad. 

Leonor tuvo dos hijos en el corto tiempo que duró su matrimonio. El mayor, Carlos, murió con apenas un año y la segunda, María, nació a principios de 1521, el mismo año en que habría de morir su padre. 

Manuel I de Portugal

Según la costumbre, una reina viuda debía dejar la vida cortesana, vivir en el retiro y dedicarse a la oración, pero el hijo de Manuel, convertido ya en el rey Juan III, conseguiría retener a Leonor cerca de la Corte y visitarla con frecuencia. Esta situación daría lugar a una serie de rumores que se extenderían por toda Europa y pondrían en entredicho la honestidad de Leonor. Algunos embajadores, como el de Polonia, llegaron a informar a sus superiores de un supuesto embarazo de la Reina viuda. Enterado Carlos I solicitaría a su hermana que acudiera a su presencia de inmediato y Leonor saldría precipitadamente de Lisboa pero, por ordenes de Juan III, se vería obligada a dejar a su hija María, de apenas seis meses, en Portugal. 

Leonor pasó los siguientes años en la Corte Imperial junto a su hermano. Siempre fue sumisa y obediente y por tanto aceptó complacida cuando el Emperador decidió utilizarla para sellar la paz con Francia tras la batalla de Pavía. Por el Tratado de Madrid Leonor contraía matrimonio en Illescas con Francisco I. No confiaba Carlos I en Francisco y no permitió que el matrimonio se consumara en tanto el rey francés no hubiera cumplido con el resto de las cláusulas del Tratado. Francisco I no cumplió y Leonor continuó en la Corte de su hermano. Cuatro años después y tras la firma del Tratado de Cambrai, Leonor marcharía a Francia como reina consorte, la acompañarían los hijos de Francisco I, rehenes en España desde el Tratado de Madrid. 

Leonor, que quería seguir siendo reina, partió contenta hacia la Corte gala. Vestida de terciopelo y ricamente engalanada fue coronada en Saint Denis. No puede decirse que el rey francés estuviera igual de contento que su nueva esposa y aunque aparentaba respetarla no tenía ningún pudor en exigibirse públicamente con su amante. Para Leonor, que había perdido ya su belleza y lozanía y cuya salud era frágil, esta situación suponía una humillación angustiosa porque se veía obligada a admitir a la amante de su esposo como dama de su Casa, ya que ésta había sido nombrada aya de los hijos de Francisco. 

La Corte de Francia era escandalosa y disipada y ese espíritu depravado chocaba con la profunda religiosidad de Leonor que dándose cuenta de que Francisco no requería de ella ninguna labor de esposa se limito a llevar una vida piadosa y recatada intentando facilitar, eso si, el entendimiento entre su hermano el emperador Carlos V y su esposo. 


Francisco I


Y así fueron pasando los años para Leonor en Francia, entre destemplanzas, humillaciones y disgustos, sin que nadie la considerase realmente una reina y sin recibir el cariño o al menos el respeto que correspondía a la dignidad de su persona. Era un matrimonio impuesto, de eso no cabía duda, pero para Francisco I era además un matrimonio impuesto por el hombre con el que siempre había mantenido una rivalidad visceral y ante el que se sentía frustrado: el Emperador Carlos V.

Francisco I moriría en 1547 y Leonor abandonaría Francia deseosa de volver con su familia y dejar atrás los malos tiempos vividos. Se instalará en los Países Bajos, junto a su hermana María, reina viuda de Hungría, que ejercía de gobernadora de esos territorios. Ambas hermanas pasaron allí unos años de tranquilidad y sosiego. Leonor, que siempre fue una mujer culta, patrocinaría la traducción al castellano del libro de Job y de otros textos bíblicos. Mientras tanto, intentaría sin resultado, a pesar de sus suplicas, que Juan III de Portugal le concediera la dicha de que su hija María, a la que no había visto desde que abandonara Portugal, fuese a vivir con ella. 

Cuando en 1555, su hermano el Emperador abdica para retirarse a Yuste, Leonor y María deciden acompañarle y retornan a suelo español, instalándose en el palacio del Infantado de Guadalajara.

Leonor ruega a su hermano que interceda en la Corte portuguesa para que se le permita ver a su hija, convencida de que cuando ambas se vean logrará convencerla para vivir juntas. Por fin - ya había muerto Juan III - llega desde Portugal la noticia de que la princesa María se reuniría con su madre en Badajoz. Las esperanzas de Leonor renacerían. 

Lo que no sabía Leonor era lo difícil que le había resultado al Emperador convencer a su sobrina para que se entrevistara con su madre. María no había perdonado a su madre su abandono y además se sentía humillada por la Corte española ya que Felipe II había roto el compromiso matrimonial con ella para desposar a María Tudor. Todas estas razones parece ser que pesaban mucho en su ánimo e hicieron que la reunión fuera un fracaso. No eran más que dos desconocidas, llena de rencor una y de remordimientos la otra. Apenas estuvieron veinte días juntas, veinte días que acabaron con el deseo de vivir de Leonor. 

Acompañada por su séquito emprende el regreso a Guadalajara pero, se siente enferma y quienes la acompañan deciden parar y aguardar su mejoría en el palacio de la familia Tovar en Talavera la Real. Según los cronistas de la época, el enorme disgusto que le había producido el gélido encuentro con su hija había minado su salud. Pero además del disgusto, Leonor presentaba un ataque de asma, enfermedad que sufría desde hacía años. Su médico Juan de Jarava la examinaría y observaría las piernas hinchadas, la piel lívida, los labios azulados y la respiración cada vez más dificultosa. No tendría dudas el galeno y así  se lo comunicaría a Dª María de Hungría que los acompañaba: Dª Leonor se estaba muriendo. 

El 18 de febrero de 1558 moría Dª Leonor de Austria, Infanta de España, Reina de Portugal y Reina de Francia. Sus restos mortales recibieron sepultura en la Iglesia de Santa María la Mayor de Mérida. Años más tarde serían trasladados al Monasterio del Escorial.