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lunes, 28 de diciembre de 2015

Margarita Teresa de Austria




Infanta Margarita en azul. Diego Velazquez


El primer parto de Dª Mariana de Austria, esposa de Felipe IV se produjo el 12 de junio de 1651. Fue una niña y por lo tanto fue inevitable la decepción de todos los que esperaban al ansiado heredero varón. A la niña se le impuso el nombre de Margarita Teresa y a pesar de la decepción causada por el hecho de pertenecer al sexo femenino, se llegaron a entrevistar a treinta y dos mujeres para que fuera amamantada, encomendándose su crianza a once de ellas y no se la destetó hasta 1654, según nos cuenta Junceda.

Prácticamente desde su nacimiento se la prometió al emperador Leopoldo I de Austria, hermano de su madre y por lo tanto su tío carnal. Por ello y desde que tenía dos años Velásquez la retrata y los retratos son enviados a la corte austriaca para que el futuro esposo conociera la evolución de su prometida pero, tras la muerte en 1661 de su hermano Felipe Próspero, que era el heredero de la Corona, el matrimonio de Margarita se convierte en un asunto de capital importancia para el futuro de la Monarquía y por lo tanto los esponsales son demorados. El pobre estado de salud del recién nacido príncipe Carlos inquietaba a Felipe IV quien probablemente consideraría que debía ser Margarita la heredera del trono.

Estas demoras en la celebración de los esponsales no convenían a Leopoldo I. El emperador necesitaba un heredero y además si moría el príncipe Carlos – como todo el mundo creía- la Infanta Margarita era una de las candidatas a heredar la Monarquía española. Por lo tanto, Margarita era un preciosa pieza que deseaba obtener a toda costa. Para ayudar a su embajador, el conde Potting, que defendía los intereses de Leopoldo en España, el Emperador enviaría a Madrid al barón Lisola, pero  a pesar de ello las dilaciones continuaban.

Margarita Teresa. Martinez del Mazo

En 1665 muere Felipe IV y en su testamento no aparece ninguna referencia al compromiso matrimonial de Margarita Teresa y se piensa por ello que el Monarca deseaba evitar este matrimonio a fin de asegurar los derechos sucesorios de su hija en el caso de que el príncipe Carlos muriera sin descendencia. Como Carlos era menor de edad, la Reina viuda Mariana debe ocupar la Regencia. El emperador Leopoldo I pensó que siendo su hermana la que ocupaba la Regencia los tramites para los desposorios se agilizarían pero no fue así y se dieron nuevas excusas al conde Potting para postergar el matrimonio.

Finalmente la Reina Mariana consintió que se celebrasen los esponsales por poderes el 25 de abril de 1666, representando al Emperador el duque de Medinaceli y con la presencia, como no, del conde Potting. Tres días después la comitiva salía de Madrid camino de Denia acompañada por el duque de Albuquerque que había sido nombrado Camarero Mayor. En Denia esperaba la Armada Real de España y la ya Emperatriz embarcó rumbo a Barcelona. Al llegar a la ciudad fue recibida con salvas y grandes festejos que se habían organizado para agasajar a la comitiva pero, según nos cuenta Fernandez Duro "no sentaron bien a la comitiva los aires de la costa, y la Infanta adoleció de tercianas, sufriéndolas también el duque de Albuquerque, por lo que el viaje hubo de demorarse". 

Margarita Teresa. Martinez del Mazo

Tras el ajetreado viaje, la Emperatriz hizo su entrada oficial en Viena el 5 de Diciembre de 1666. Conseguido el propósito de desposar a la Infanta española, Leopoldo se sentía feliz y para demostrarlo organizaría fiestas y saraos de tal magnificencia para celebrar los esponsales, que parece ser, que fueron los más espléndidos de la época, superiores incluso a los que acostumbraba a organizar Luis XIV. No cabe duda de que el Emperador se había propuesto ensombrecer Versalles. Ballets ecuestres, óperas, representaciones teatrales y música se fueron alternando en el patio central del palacio de Hofburg para dar la bienvenida a la Emperatriz y su séquito. Además el palacio había sido reformado y dotado de nuevos adornos y tapices y de un lugar donde pudieran representarse todas aquellas funciones a las que tan aficionada era la emperatriz. 

Desde su llegada a la corte imperial Margarita se sitúa al margen de los asuntos de gobierno, intentando demostrar así que sus intereses estaban en satisfacer al Emperador y a sus súbditos. Se centra pues, en aquellas aficiones que siempre había tenido y que además compartía con su esposo. Le gustaba el teatro y con la mente en España promueve la representación de obras de autores españoles en Viena. Pero por lo que ambos sentían autentica pasión era por la ópera y así, y para inaugurar el magnifico teatro que Leopoldo había hecho construir se estrenó la ópera “ La manzana de oro” de Antonio Cesti, que fue considerado uno de los mejores espectáculos del siglo.

Otro de los intereses que compartían ambos esposos era la religión, tanto Margarita como su esposo eran profundamente católicos. Es posible por tanto que, aunque de forma involuntaria y tal vez influenciada por su confesor, P. Juan de Molino, contribuyera a la expulsión en 1669 de los judíos de Viena. 

Margarita Teresa. Gerard du Chateau

Lo que si tenía claro la Emperatriz era que su gran misión consistía en dar hijos a la Corona. El embajador español en Viena, conde de Castellar, anuncia la primera gestación de la Emperatriz en la primavera de 1667. A partir de entonces, Leopoldo no se separará del lado de su esposa. El 28 de diciembre nace Fernando Wenceslao. Como es lógico pensar, la devoción de Leopoldo por su esposa aumentó con el nacimiento del primer varón pero, el 13 de enero, el pequeño Wenceslao moría sumiendo a los Emperadores en la tristeza. Un año después, en enero de 1669, la Emperatriz alumbraba a su segundo hijo, una niña que recibiría el nombre de María Antonia y que sería la única de sus hijos que llegaría a la edad adulta, ya que, el tercero de ellos al que se impuso el nombre de Juan moriría al poco de nacer.

En 1673 Margarita se hallaba de nuevo encinta y seria éste, su cuarto parto, el que habría de llevarla a la tumba. El emperador había mandado venir una nueva partera desde Italia, Lucia Panesi, que debía ayudar a la Emperatriz  pero el parto se complicaría y Margarita Teresa moriría como consecuencia  de las complicaciones. Consciente de que el final se acercaba, la Emperatriz hizó testamento y se despidió de su familia. 

Espiró entre las 2 y las 3 de la mañana del día 12 de marzo, tenía 21 años. Sus restos mortales reposan en la Cripta de los Capuchinos de Viena.

martes, 8 de diciembre de 2015

Eduardo VII del Reino Unido




Eduardo VII.- Luke Fildes. National Portrait Gallery. Londres



Fue el segundo de los hijos de la Reina Victoria I del Reino Unido y del Príncipe Alberto. Nació el 9 de noviembre de 1841 y se le bautizó con los nombres de Alberto Eduardo, aunque todo el mundo le llamaba Bertie. Su padre, el príncipe Alberto, tenía muy clara la educación que debían recibir sus hijos. Con el fin de facilitar la tarea a profesores y cuidadores escribió un memorando en el que se especificaban, horarios, materias, tiempo de estudio y tiempo de asueto. El sistema funcionó muy bien con su hija mayor, Victoria, pero no con su segundo hijo. Bertie no estaba interesado en los estudios y se distraía con facilidad. Intentaba no defraudar a su progenitor pero, nunca lograba tenerle contento.

A pesar de todo fue a la universidad de Edimburgo, después a Oxford y por último cursó estudios en el Trinity College de Cambridge. Lógicamente, también debía dársele una formación militar y con este fin estuvo sirviendo en el 16º Regimiento de Húsares. 

Con tan sólo diecinueve años realizó su primer viaje oficial como heredero del trono británico. Si bien Bertie no había destacado por sus dotes intelectuales, si lo haría por su capacidad de atracción y empatía. Tenía una personalidad arrolladora, era extremadamente simpático y sabía ganarse el cariño de la gente. El viaje por América del Norte fue todo un éxito.

Una de las cosas que más preocupaban a sus padres era la gran afición que Bertie demostraba por las mujeres, así que empezaron a buscar una princesa que le hiciera sentar la cabeza y encontraron que la más idónea parecía ser la princesa Alejandra de Dinamarca. Con la complicidad de su hija mayor, la princesa Victoria, que estaba casada con el heredero de Prusia y residía en Berlín, Bertie es enviado a Alemania con la excusa de asistir a unas maniobras militares. Allí le fue presentada la princesa Alejandra. Era el mes de septiembre de 1861 y parece ser que ambos jóvenes simpatizaron de inmediato.

Alejandra de Dinamarca

Bertie regresó a Londres y a sus mundanas costumbres. El escándalo provocado, mientras estaba en Irlanda, por los amoríos que mantenía con una actriz, sin ningún recato y comedimiento, llevaron a su padre a emprender viaje para cortar de raíz aquella situación. La reina Victoria estaba indignada y se oponía al viaje de su esposo, aunque finalmente accedió. Tras poner orden en la vida de su hijo, el príncipe Alberto regresó a Londres pero, la enfermedad ya había hecho presa en él y murió dos semanas después. La reina Victoria siempre culpó a su hijo de la muerte de su amado esposo. Nunca le perdonó y siempre le trató con un desdén manifiesto, excluyéndole de todos los asuntos de Estado. 

Poco después de la muerte de su padre, y en un íntimo deseo de la reina Victoria por apartarle de su vista, Bertie emprendió un viaje oficial por Oriente. A su regreso se formalizaría el compromiso con Alejandra. La ceremonia nupcial tendría lugar en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor el 10 de marzo de 1863.

Ni el matrimonio ni la mala relación con su madre hicieron cambiar el estilo de vida del príncipe de Gales. Condenado como estaba, por su madre, al ostracismo político, se dedico a la vida social. Bertie y su esposa establecieron su residencia en Marlborough House y allí, reunían a los representantes más importantes de la sociedad inglesa y mundial, (escritores, poetas, políticos, banqueros, jefes de estado, príncipes y arstócratas) mientras en Buckingham Palace, la reina Victoria, de riguroso luto, vivía recluida y de espaldas a la sociedad. Bertie era un hombre cosmopolita y, a pesar de su obesidad, pronto se convirtió en el referente de la elegancia masculina. Todo el mundo imitaba su estilo, su ropa y sus exquisitas maneras.

Las amantes se sucedían sin que Bertie hiciera demasiado por ocultarlas. La princesa Alejandra no parecía inmutarse, sabía lo que podía esperar de su esposo y lo respetaba. La mayoría de sus biógrafos coinciden en afirmar que su matrimonio fue feliz aunque la princesa Alejandra – Alix, para la familia- iba apartándose poco a poco de la vida mundana de su marido y centrándose más en actividades públicas, evitando de ese modo a su suegra, la Reina, el trabajo de asistir a inauguraciones o conciertos o visitas a hospitales. La alta sociedad londinense solía invitar a las amantes oficiales de Bertie a cualquier cena o fiesta a la que acudiera el príncipe. Primero fue Lille Langtry, después Agnes Keyser y por último Alice Keppel. Aunque éstas eran las amantes a las que permaneció más “fiel” no fueron las únicas, desde Sara Bernhardt a Lady Churchill pasaron más de cincuenta mujeres por sus brazos.

Alice Keppel

Eduardo creía y mucho en el valor de las relaciones directas con otros países y realizó numerosos viajes. Creía también firmemente en la grandeza de su país y por ello se dedicó a recorrer todos los territorios del Imperio. Consideraba que era uno de sus deberes como Príncipe de Gales. No obstante, todas sus visitas al extranjero fueron duramente criticadas por la reina Victoria, a pesar de los éxitos diplomáticos conseguidos por el príncipe. Ni siquiera el atentado que sufrió en Bélgica cuando le dispararon un tiro como protesta por la guerra de los Boeres, logró conmoverla. 

En 1901 fallece la reina Victoria. Bertie tiene ya sesenta años cuando accede al trono. Dos días antes de la Coronación, Eduardo sufre un cuadro de apendicitis aguda. Su médico personal Francis Laking solicita la intervención de Sir Frederick Teves y Joseph Lister siendo operado con éxito por ambos cirujanos.

En la coronación quedó claro, por el entusiasmo mostrado por el pueblo, que el Rey se había ganado el afecto de la gente. Sus principales intereses estuvieron centrados en los asuntos militares y sobre todo en la modernización de la flota inglesa. Pero, las labores diplomáticas seguían siendo la gran contribución de Eduardo VII a la política de su país. En la mayoría de los tronos de Europa se sentaban parientes suyos y mediante la cordialidad y la confraternización el Monarca consiguió estrechar las relaciones bilaterales con muchos países. No sentía simpatía por Alemania y conocía muy bien las ambiciones del Kaiser Guillermo II, su sobrino, así pues, contribuyó de forma decisiva a la firma de un pacto ( la Entente Cordiale) de no agresión entre Francia y Reino Unido.

Coronación de Eduardo VII

Le gustaba la buena mesa y era un fumador empedernido, unos 12 cigarros al día y gran cantidad de cigarrillos. Aparte de su enfisema no había tenido grandes problemas de salud. A finales de abril de 1910 enferma gravemente. A causa de la disnea, permanece en un sillón o sentado en la cama. Su terrier César no se separa de su lado. Le asisten el Dr Laking y también los doctores Broadbent y Reid que advierten de la gravedad a los familiares. La reina Alejandra se encontraba navegando hacia Corfú. Un telegrama de su hijo Jorge hace que regrese apresuradamente.

Eduardo VII murió el 6 de Mayo a consecuencia de un infarto cardiaco. Lo sufrió al mediodía y no murió hasta la noche. Pudo despedirse de toda su familia, incluso de Alicia Keppel, a quien Alejandra había hecho llamar con este fin, demostrando una generosidad y un amor ilimitados. 

Su funeral fue un acto multitudinario. Acompañando el cortejo fúnebre estaba su terrier César.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Felipe I de Castilla





Felipe de Habsburgo. Maestro de Affligem

Nació en Brujas el 22 de junio de 1478  y era hijo del archiduque de Austria Maximiliano y de María de Borgoña, heredera de todos los territorios del ducado. Su nacimiento fue muy celebrado en todos los pueblos de Flandes. Su madre murió cuando el sólo contaba cuatro años y en su testamento, aunque Felipe era su heredero, dejaba la custodia de sus territorios a su esposo Maximiliano. 

Este testamento supuso una serie de revueltas en el ducado porque la nobleza consideraba que la regencia de Maximiliano vulneraba sus derechos. Felipe no tuvo más remedio que madurar pronto ya que tenía apenas 15 años cuando murió su abuelo paterno y su padre, Maximiliano, se vio obligado a partir hacia Innsbruck para ser coronado como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.

La política emprendida por Felipe para el gobierno de sus territorios era muy diferente a la ejercida por su padre. Felipe, estaba dispuesto a mantener las particularidades de cada uno de los territorios que conformaban su Estado y además realizaría reformas administrativas que le producirían duros enfrentamientos con su padre pero, en sus tierras se le quería y se le consideraba un buen administrador.

Interesaba a los Reyes Católicos y a los Habsburgo, una alianza matrimonial que evitara la hegemonía de Francia y sus pretensiones, por lo que se inician las negociaciones para concertar el matrimonio de su hijo Juan y de su hija Juana con los hijos de Maximiliano I, Margarita y Felipe. Francia no veía con buenos ojos esta alianza y por ello intentó convencer a Felipe para que anulara el compromiso.

Juana de Castilla. Juan de Flandes

Juana llegaría a Lier en septiembre de 1496 tras un dificultoso viaje pero, su prometido no se encontraba allí para darle la bienvenida. Felipe había partido hacia Innsbruck para realizar una visita a su padre, aunque algunos historiadores opinan que en realidad Felipe estaba empezando a cambiar de opinión respecto a la conveniencia de su matrimonio con Juana. Hasta el 20 de octubre estuvo esperando Juana a su prometido. Según señalan todas las crónicas ambos se sintieron profundamente atraídos, hasta el punto que Felipe solicito que se adelantara la ceremonia de la boda pues estaba ansioso por consumar el matrimonio. Así que ese mismo día se celebraron los esponsales en la Iglesia de San Gumaro.

Este arrebato pasional duraría poco, las desavenencias llegarían enseguida. Juana y su séquito, tan acostumbrados a la austeridad de la Corte española, no llegaban a entender la disipada Corte borgoña y además, los acompañantes de Juana se sentían tratados con desdén por los nobles de los Países Bajos sin que Felipe hiciera nada por remediarlo. Probablemente ésta situación era debida, en parte, a que la nobleza borgoña hubiera preferido una alianza con Francia y no con los Reyes Católicos. 

La muerte del Príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos, ocurrida en octubre de 1498, hace albergar a Felipe - según el embajador Gómez de Fuensalida - la idea de reclamar las Coronas de Castilla y Aragón, contando para este propósito con la ayuda del Rey de Francia, con quien Felipe tenía muy buenas relaciones. Los Reyes Católicos, alertados por Fuensalida, se apresuraron a llamar a su hija primogénita, Isabel, casada con el Rey de Portugal para que fueran jurados por las Cortes como herederos, desbaratando de ese modo los planes del borgoñón.

Ese mismo año nació la primera hija de Felipe y Juana pero, las desavenencias de la pareja eran cada vez mayores. La Infanta española consideraba que la amistad de Felipe con el Rey de Francia, Luis XII, era una deslealtad para con sus padres y además las amantes continuas de Felipe le producían unos celos obsesivos. En el año 1500 nace el ansiado varón de la pareja, un hermoso niño al que se impondrá el nombre de Carlos. Y es también en 1500 cuando se produce el fallecimiento del pequeño príncipe Miguel, hijo de la Infanta Isabel y por lo tanto legítimo heredero de los Reyes Católicos.

Felipe y Juana. Maestro de Affligem. Museo de Bellas Artes. Bélgica

Llegados a este punto y a pesar de no gustarles nada su yerno, los Reyes Católicos no tienen más remedio que solicitar la presencia de Felipe y Juana para que fueran declarados por las Cortes herederos de Castilla y Aragón. Se hizo rogar Felipe y no es hasta 1501 que emprende el viaje, haciéndolo por Francia y siendo recibidos allí por el Rey francés Luis XII. Por cierto que fue el Rey de Francia quien al verlo exclamó "he aquí un hermoso príncipe" lo que dio origen al sobrenombre de "el Hermoso" para Felipe. 

Llegados a Castilla, en 1502, son jurados como Príncipes de Asturias y una vez conseguido esto, Felipe anuncia su intención de volver a sus tierras y a pesar de los ruegos de Isabel la Católica para que permaneciera más tiempo en el que un día sería su Reino, emprende el regreso, eso si, dejando en Castilla a su esposa Juana que se encontraba en su cuarto embarazo. Juana quedó destrozada. 

En 1504 muere Isabel la Católica y Felipe decide volver. Fernando se había apresurado a proclamar a Juana como Reina de Castilla y a asumir él mismo el gobierno del Reino, dando cumplimiento así al testamento de Isabel. No estaba el borgoñés de acuerdo con esta decisión. Se había firmado ya en 1505 la Concordia de Salamanca, según la cual, Fernando el Católico, Felipe, como esposo de la Reina Juana y la propia DªJuana asumían conjuntamente el gobierno. Pero cuando “el Hermoso” llega a la península consigue, a base de regalos y promesas de prebendas, que la nobleza se oponga al gobierno de Fernando el Católico argumentando la amenaza que supondría que los intereses de Castilla cayeran en manos de un rey aragonés. Cuando el Cardenal Cisneros y el Duque de Medina- Sidonia muestran su apoyo a Felipe, Fernando se retira a Aragón, y Felipe es proclamado por las Cortes de Valladolid, en 1506, Rey de Castilla con el nombre de Felipe I. 

Felipe I . Juan de Flandes

Dos meses después y encontrándose en Burgos en el palacio de los Condestables, conocido hoy como la Casa del Cordón, se siente enfermo. Sus cortesanos lo atribuyen al agua fría que había bebido tras jugar un partido de pelota. El Dr. Marliano, que era su médico personal, decide llamar al Dr. Parra, que era profesor en la Universidad de Salamanca. A las cartas que éste médico envió a Fernando el Católico debemos el conocer como se desarrolló la enfermedad día por día. Cuenta el Dr. Parra que Felipe se encontraba con fiebre pero lo suficientemente bien como para ocuparse de sus asuntos. Dos días después siente escalofríos y la fiebre se intensifica. Al día siguiente además del frío y la fiebre se le presentó dolor en el costado y esputos de sangre. Se llama entonces a dos físicos que deciden sangrárlo. Al día siguiente su estado empeoró, la úvula, la lengua y el paladar se habían hinchado, tanto que apenas podía hablar, sudó copiosamente durante más de seis horas sin que la fiebre cediera, su cuerpo se fue llenando, según refiere el Dr. Parra de "unas manchitas pequeñas, entre coloradas y negras y a las que nuestros doctores llaman blattas" cayendo, finalmente, en un sopor profundo. 

El fallecimiento de Felipe I, el primer rey de Castilla de la dinastía Habsburgo, se produjo el 25 de septiembre de 1506. Tenía 28 años. Por todas las ciudades de Castilla corrió el rumor de que el joven Rey había sido envenenado y todos los ojos se volvieron hacia quien parecía el más beneficiado con su muerte: Fernando el Católico. Hoy los historiadores consideran que la causa de su muerte fue probablemente la peste, agravada por una septicemia. 

Su cuerpo fue embalsamado y su corazón enviado a Bruselas. Pero no sería enterrado, sino que emprendería el más demencial de los viajes. Rodeado de velas portadas por clérigos que entonaban el oficio de Difuntos y con su viuda Dª Juana tras el feretro, fue recorriendo, siempre con nocturnidad, los caminos de Castilla. Cuando Juana fue recluida en Tordesillas su cuerpo fue depositado en el convento de Santa Clara.

Mausoleo de Felipe y Juana. Capilla Real. Granada

En 1525 su hijo, Carlos V, ordenó el traslado de sus restos a la Capilla Real de Granada

domingo, 15 de noviembre de 2015

Marie Bonaparte. Princesa de Grecia








Marie nació en Saint-Cloud el 2 de julio de 1882. Era hija de Roland Bonaparte, descendiente de Napoleón I y de Marie Félix Blanc, hija del fundador del casino de Montecarlo y dueño de una inmensa fortuna. Su madre murió un mes después de su nacimiento. Fue, por tanto, criada en St Cloud, a pocos kilómetros de París, primero por una nodriza y después por una institutriz y bajo la vigilancia de su abuela paterna. Le gustaba estudiar y sobre todo le gustaba saber pero vivía aislada bajo la atenta mirada de su abuela con la que no tenía demasiada empatía. Veía poco a su padre, que pasaba la mayor parte de su tiempo en la Sociedad Geográfica, y que se negaba a que Marie ampliara sus estudios, argumentando que su destino era el matrimonio.

 Fiel a su idea, le procuró un matrimonio de conveniencia que consideró colmaba las ambiciones de cualquier padre. El elegido era el príncipe Jorge de Grecia, el segundo de los hijos del rey Jorge I. Era un hombre alto, guapo y trece años mayor que Marie. No le importaba el dinero de su prometida y firmó un documento antes del matrimonio renunciando a utilizar ni un solo céntimo de la fortuna de su esposa. Este hecho acabó de convencer al padre de Marie de que había encontrado en Jorge el esposo perfecto para su hija. Parece ser que ella se sintió muy atraída por su prometido y aunque no le apetecía dejar París y trasladar su residencia a Atenas, se caso con él en 1907, convirtiéndose a partir de ese momento en princesa de Grecia y Dinamarca.




Pronto se dio cuenta Marie de que su marido no compartía sus inquietudes intelectuales y también de lo distante y frío que se mostraba en las relaciones íntimas. No tardó en comprender la razón de su frialdad, Jorge era homosexual y de quien estaba realmente enamorado era de su tío Valdemar. A pesar de ello, tuvieron dos hijos en los primeros tres años de su matrimonio.

Aunque sus intereses eran tan distintos, la pareja logró una relación sólida, de profunda amistad, en la que el adulterio estaba presente por las dos partes y era bien tolerado por ambos. Marie buscó la felicidad en otros hombres, algunos de ellos muy conocidos como Aristide Briand, Primer Ministro francés, el cirujano Halban o el psiquiatra Löwenstein pero, con ninguno de ellos logró alcanzar unas relaciones sexuales que le fueran satisfactorias. La "volupté", como ella llamaba al orgasmo, le era negada. 

Marie, empezó a obsesionarse por la frigidez que sufría y a estudiar anatomía, fisiología y también a interesarse por el psicoanálisis con el fin de lograr una solución a su problema. Sus estudios la llevaron a formular una serie de teorías que se dispuso a confirmar y para ello entrevistó a 243 mujeres sobre sus relaciones sexuales, sobre su satisfacción en las mismas, y también sobre la anatomía de sus genitales. En abril de 1924 publica el estudio realizado en la revista Bruxelles Médical, y lo firma con el nombre de A.E. Narjani, el título del trabajo era: "Considérations sur les causes anatomiques de la frigidité chez la femme".

El psiquiatra Löwenstein, uno de sus amantes, le habla de Sigmund Freud y Marie decide ir a Viena y someterse a tratamiento. Su esposo intenta hacerla desistir de su empeño pero, a los 44 años, Marie considera que se debe a si misma el intentar luchar por obtener los goces que todavía no ha sentido. Marie conoce a Freud en 1925, y a pesar de que el psicoanalista había sido ya diagnosticado de cáncer y padecía grandes dolores, se iniciaría entre ellos una estrecha relación. Sigmund Freud se convertiría en su confesor, su maestro, su consejero y su amigo. También Marie se convertiría en un gran apoyo para Freud. Fueron los contactos y el dinero de Marie los que moverían los hilos para lograr que Freud y su familia pudieran huir de Viena cuando los nazis persiguieron a los judíos austriacos. También ayudó a otras doscientas familias judías a ponerse a salvo del terror que se cernía sobre sus vidas.




Marie estaba tan impresionada por el psicoanálisis que decidió convertirse en psicoanalista. Este trabajo, que ejercería hasta su muerte, no fue su única dedicación. Tradujo al francés la obra de Freud, fue fundadora, junto a otros miembros, de la "Sociedad Psicoanálitica de París" y de la "Revista Francesa del Psicoanálisis" y además continuó escribiendo y estudiando.

De sus obras, tal vez, la más emblemática sea la que escribió sobre Edgard Allan Poe. Marie se sentía emocionalmente muy cercana a Poe, posiblemente porque ambos habían sufrido la ausencia de la madre. Los estudios realizados por Marie sobre la obra de E. A. Poe ofrecen observaciones muy interesantes sobre la psicología del escritor.

Los príncipes Jorge y Marie celebran sus bodas de oro en 1957, rodeados de su familia y de sus amigos. Tan sólo cuatro días después Jorge fallece. Para Marie su pérdida es muy dolorosa. Su marido había sido un amigo fiel y comprensivo junto al que había pasado cincuenta años de su vida, su unión, basada en el respeto y la tolerancia, había constituido el pilar más fuerte de su vida. 



Marie fue una mujer excepcional, vivió en una época en la que las mujeres estaban relegadas a servir de acompañamiento al hombre y a la maternidad. Y en este marco social ella reclamó su derecho al placer y a la felicidad.

En su vejez confesó que el psicoanálisis le había procurado la posibilidad de trabajar, mucha paz mental y una gran resignación, pero que su vida estaba marcada por el fracaso y el deseo de esa volupté que nunca consiguió sentir.

Marie enfermaría de leucemia cinco años después de la muerte del príncipe Jorge. Fallecía en Saint-Tropez, el 21 de septiembre de 1962. Fue incinerada y sus cenizas depositadas en Grecia junto a su esposo.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Jorge de Grecia y Dinamarca







El dia 2 de julio de 1869 la reina Olga Romanova, esposa del rey Jorge I de Grecia, daba a luz en Corfú al segundo de sus hijos, un niño que recibió el nombre de Jorge pero al que todos conocerían como Gorgi.

 Al igual que el resto de sus hermanos fue educado de forma bastante estricta. La jornada se iniciaba con un baño de agua fría y a las siete de la mañana, tras el desayuno, ya estaban todos sentados estudiando con sus preceptores. Su primera lengua sería el inglés y en ella hablaría con sus padres y hermanos pero, los estudios, tanto él como sus hermanos, los realizarían en griego moderno y aprenderían además alemán y danés. Gorgi, según sus preceptores no era un buen estudiante, no prestaba atención y no parecía tener predilección por ninguna asignatura. Era un niño retraído, tímido y sumamente sensible.

Cuando Jorge tiene catorce años sus padres deciden que, dado su carácter y sus dificultades con los estudios, lo mejor es enviarlo a Dinamarca y alistarlo en la Marina Real danesa. El padre de Gorgi, el rey Jorge I, acompañaría a su hijo y lo dejaría al cuidado de su hermano Valdemar que contaba entonces 25 años de edad y que ya ocupaba un alto cargo en la Marina. Gorgi se instala en la residencia de su tío, el palacio de Bernstorff, a pocos kilómetros de Copenhague. Al poco tiempo entre tío y sobrino nacería un amor tan profundo que perduraría toda su vida. 

Valdemar de Dinamarca

Valdemar contrae matrimonio dos años después, en 1885 pero no por ello cesa el romance entre los dos hombres. El príncipe Jorge, que había mejorado notablemente en su aprendizaje, no dejará el palacio de Bernstorff hasta 1891, fecha en que se le solicitará que acompañe a su primo el zarevich Nicolás de Rusia a un viaje por el extremo oriente. 

En 1896 se celebran los I Juegos Olímpicos en Grecia y tanto Jorge como sus hermanos contribuirán a su éxito. Dada su vinculación con la Marina, Jorge será el presidente del subcomité para los deportes náuticos.

 Dos años después y, tras la Guerra de los Treinta Días, el príncipe Jorge es nombrado Alto Comisionado de la isla de Creta. Allí se establece, emprendiendo su cometido con autentica ilusión pero, sus enfrentamientos con Venizelos – que acabaría siendo Primer Ministro de Grecia- le llevarán a presentar su dimisión en 1906. Desilusionado por lo que considera un fracaso, el príncipe se establecerá en París, sin tener ninguna ocupación específica. Es entonces cuando se compromete con Marie Bonaparte. Ella era una mujer conveniente a su estatus y Jorge cuenta ya treinta y siete años.

La boda tendrá lugar en 1907, primero se realizaría una ceremonia civil en París y la religiosa se celebraría después en Atenas. Marie es una rica heredera, nieta del fundador del casino de Montecarlo y descendiente de Napoleón I pero, es también una mujer de fuerte personalidad, estudiosa, inquieta y muy adelantada a su tiempo.. Según contaría la propia Marie, las relaciones intimas fueron frustrantes, tanto, que Gorgi se apresuró a contarle a su joven esposa su homosexualidad y también su deseo de que ambos cumplieran con lo que de ellos se esperaba: que engendraran algún hijo. Tuvieron dos: Pedro y Eugenia.


Marie Bonaparte

La familia dividía su tiempo entre París, Atenas y Bernstorff, lugar en el que Gorgi se reencontraba con su autentico amor, ya que a pesar de que Valdemar también estaba casado, la pasión entre los dos hombres continuaba. El suyo fue un amor que solo finalizó con la muerte de Valdemar. Marie, mientras tanto, tenía sus amantes y se dedicaba con empeño a estudiar las causas de la frigidez que sufría. Grecia atravesaba por unos años sumamente difíciles. En 1917, el rey Constantino I, hermano de Jorge, deja Atenas y parte para el exilio. Algunos de sus familiares también deben exiliarse, todos ellos encuentran refugio en la casa de Marie y Jorge. El exilio durará dieciséis años, hasta 1936 la familia real no pisará suelo griego. 

Mientras tanto Marie, que ya había conocido a Freud se encuentra inmersa en el estudio del psicoanálisis. La relación del matrimonio, basada en una profunda amistad, era extraordinaria y ambos se toleraban y comprendían.

Tres años después, en 1939, Gorgi pierde al amor de su vida, Valdemar muere dejándolo sumido en una gran depresión. La pareja decide continuar en París. Marie, que ya había ayudado a Freud a salir de Austria sigue trabajando para sacar a más familias judías de la persecución de los nazis. Pocos días después de estallar la Segunda Guerra Mundial, fallece Freud en Londres. 

Jorge y Marie deciden continuar en París y desde allí colaboran con organismos como la Cruz Roja. Cuando los nazis invaden Francia huyen a Grecia. De allí partirán para el exilio, primero a Egipto, después a Sudáfrica. 

En este difícil entorno la salud de Jorge se deteriora, en 1942 sufre una hemorragia retiniana . En 1944 empieza a encontrarse mal, sufre una importante pérdida de peso y afonía. Es diagnosticado de laringitis pero, al llegar a Londres el diagnóstico cambia. Se trata de un carcinoma de laringe del que es intervenido. Un año después se instalan en París. 



Inician a partir de ese momento una serie de viajes por Estados Unidos y Canadá. En Europa, Jorge, representa en algunos actos oficiales a su sobrino, el rey Pablo de Grecia. La familia real griega los tiene en gran estima. Cuando Federica , la reina griega, organiza en 1954 un crucero a bordo del Agamenón para los hijos de las familias reales, Gorgi y Marie también son invitados. 

Jorge cuenta ya 88 años cuando a mediados de 1956 debe ser intervenido de urgencia de una hernia estrangulada. La operación acaba bien pero, a pesar de los cuidados que los médicos y su esposa le prodigan, el fin se acerca. En octubre sufre una hematuria que es el primer síntoma de la insuficiencia renal que le llevaría a la muerte. 

Jorge murió el 25 de noviembre de 1957 en Saint-Cloud. Siguiendo sus deseos sus restos fueron trasladados a Grecia y se le dio sepultura en el cementerio real de Tatoi. Su viuda Marie colocó en las manos de su esposo un a fotografía de Valdemar. Y se despidió de su marido con un beso en la frente, ya que, para Jorge, los labios – como ella misma contaría más tarde –sólo le pertenecían a Valdemar, el amor de su vida.

viernes, 29 de mayo de 2015

Sancho I de León " el Craso"






Sancho nació en 935, hijo del Rey de León Ramiro II y de su segunda esposa Urraca de Navarra y  era   nieto, por parte de su madre, de Toda de Pamplona, siendo esta reina una gran influencia en su vida. Debió ser un niño mofletudo y hermoso porque , a decir de algunos cronistas, se convirtió en el favorito de su padre. Dicen que el rey Ramiro se esforzó en darle una buena educación, a pesar de que al no ser el primogénito no era a él a quien, en principio, correspondía heredar el Reino.

Corría el año 951 cuando moría Ramiro, siendo sucedido en el trono por su hijo Orduño III. No estaba contento Sancho con la pérdida de lo que consideraba su Reino, y se enfrentó a su hermano, hasta que cuatro años después Orduño moriría dejándolo como dueño y señor de León a cuyo trono accedió con el nombre de Sancho I. Pero, no estaba exento Sancho de enemigos entre la nobleza siendo de todos ellos el conde Fernán González el más peligroso.

Sancho además de ganar enemigos también ganaba kilos, y muchos, tantos que sus contemporáneos empezaron a llamarle el Craso. Era tal la cantidad de grasa que acumulaba en su cuerpo que llego el día en que no podía ni siquiera vestir una armadura, ni manejar las armas ni subir a un caballo, pues no había cabalgadura que soportase el peso del rey, y por lo tanto resultaba imposible que se pusiera al frente de sus hombres para dirigir una batalla. No reunía pues las características que debían adornar a cualquier rey de la época y los nobles, a cuyo frente estaba Fernán González, tardaron apenas dos años en expulsarle, colocando a Orduño IV, apodado el Malo, en el trono. 

Miniatura representando a Sancho I de León

Sancho corrió a refugiarse en Navarra, donde su abuela Toda que no estaba dispuesta a consentir que su nieto perdiera el trono de sus padres y que, además, era una mujer inteligente y emprendedora, comprendió de inmediato que lo primero que necesitaba Sancho era una nueva imagen, perder muchos kilos y ganar de ese modo la estima de los soldados. Pero, también comprendió Toda que esa labor no podía realizarla sola. Necesitaba un médico que ayudara al nieto enfermo y necesitaba que fuera uno de los mejores médicos de allí donde la ciencia había avanzado a pasos agigantados, así que, tragándose su orgullo se decidió a pedir ayuda a su gran enemigo, Abderramán III. El califa de Córdoba respondió favorablemente y envió a Navarra a uno de sus médicos. 

Hasday Ibn Shaprut, visitó al paciente, hizo su diagnóstico y dijo que el enfermo tenía curación, pero que para poder realizar el tratamiento Sancho debería viajar hasta Córdoba. Lógicamente el tratamiento tenía un precio y la reina Toda después de muchas discusiones ofertas y contraofertas, acordó ceder, siempre que la curación se produjera, diez fortalezas al Califa y desplazarse a Córdoba con su nieto para seguir el tratamiento recibiendo también, cuando éste finalizara, ayuda militar para volver a ganar su Reino. 

Ya se había casado Sancho con Teresa Antúnez, así que real paciente, su esposa y la reina Toda se pusieron en camino. No era fácil el traslado, Sancho no cabía en un carro, así que en un principio se le trasladó en una torreta de asalto, pero cuando ésta cayó en un río y se rompió no sabían cómo continuar el viaje. Fue a Hasday a quien se le ocurrió colocar una tienda de lona especial tirada por cuatro mulas y sobre la que iría colocado Sancho, y así continuaron un viaje de 800 kilómetros, que se estaba convirtiendo en un autentico calvario. 

Toda de Navarra

Por fin llegaron a Córdoba y fueron alojados con todos los honores en la Medina Azahara. Allí comenzó el segundo calvario del enfermo que fue sometido a una dieta muy dura. Durante más de cuarenta días tan sólo podía tomar líquidos, unas hierbas preparadas por su médico, y purgantes. Como era de esperar durante estos cuarenta días, en los que estaba vigilado día y noche para evitarle tentaciones, las diarreas eran constantes así como los vómitos. Finalizado este periodo se le fueron dando pequeñas porciones de comida, preferiblemente fruta a la que se aficionó y que finalmente serían su perdición. Al final se consiguió el objetivo, la grasa fue desapareciendo y perdió casi la mitad de su peso. Mientras su nieto sufría el tratamiento la reina Toda iba perfilando junto al Califa el plan para recuperar el reino.

En el año 960 Sancho con ayuda de las tropas cedidas por Abderramán y con Ibon Tumlus al mando de las mismas y con las del Reino de Navarra de su abuela, recuperó Zamora y volvió a lucir en su cabeza la corona como Rey de León. Tocaba ahora a Sancho cumplir con lo pactado y entregar al Califa las fortalezas prometidas pero, se dio la circunstancia de que Abderramán murió en 961 y el Rey leones pensó que podría muy bien librarse de cumplir con lo prometido. El sucesor de Abderramán no estaba por la labor de consentir el agravió y mando a sus tropas para obligar al de León a cumplir su palabra. Sancho fue derrotado y se vio obligado a solicitar a los musulmanes una tregua. 

Abderramán III

Esta derrota le costó un nuevo enfrentamiento con los nobles y en esta ocasión, la rebelión de la nobleza tuvo consecuencias muy graves para su persona. Sancho moría en 966 víctima de envenenamiento al comer una manzana. Según el cronista Sampiro fue el conde Gonzalo Menéndez quien le dio la manzana envenenada, aunque no todos los historiadores se muestran de acuerdo en la autoría del asesinato.

domingo, 10 de mayo de 2015

María Manuela de Portugal




María Manuela de Portugal.- Anónimo. Museo del Prado


Vino al mundo en Coimbra el 15 de octubre de 1527. Era hija de Juan III de Portugal y de Catalina de Austria - aquella infanta que durante años acompañó a su madre, la Reina Juana I, en Tordesillas – y biznieta por lo tanto de los Reyes Católicos.

La infancia de María Manuela transcurrió de forma tranquila. Su madre, Catalina, le procuró una buena educación: aprendió danza, latín y canto; enseñanzas propias de una princesa destinada, como era lógico, a realizar un matrimonio conveniente.

En el año 1542, el rey de España, Carlos I, considera que ha llegado el momento de buscarle esposa a su primogénito el príncipe Felipe y la novia elegida será María Manuela de Portugal. Ambos jóvenes tienen quince años y son primos por partida doble. La reina Catalina, madre de María Manuela, era hermana de Carlos I y su padre, el rey Juan III, era hermano de la madre de Felipe. Es por ello que Ludwig Pfandl dice que "éste matrimonio era un eslabón más en la larga cadena de matrimonios consanguíneos de la casa de Austria".

Hubo que pedir dispensa Papal para que pudieran contraer matrimonio y, concedida ésta, se celebró la boda por poderes en Portugal. La princesa entró en España por Badajoz continuando hacia Salamanca donde iba a celebrarse la misa de velaciones. 

Felipe, había oído decir que la princesa era " muy hermosa" pero, queriendo conocer todos los detalles, había solicitado al embajador de España en Portugal, Sarmiento de Mendoza, una descripción de su prometida, y esto es lo que deja escrito el embajador: "la señora Infanta es tan alta y más que su madre; más gorda que flaca y no de manera que no le esté muy bien; cuando era más muchacha era más gorda; en palacio ninguna dama está mejor que ella". María Manuela era de mediana estatura, tenía unos bonitos ojos, una boca pequeña, la tez blanca y el cabello rubio y estaba entradita en carnes. 

María Manuela de Portugal.-Anónimo

Era ya el mes de noviembre de 1543 cuando, en la catedral de Salamanca, se celebra el matrimonio. Según nos cuenta Junceda Avelló, en la noche de bodas y cumpliendo con la tradición, los altos dignatarios habían permanecido con los recién casados durante el tiempo que dictaban las normas, pasado el cual, se retiraron y dejaron solos a los recién casados pero, apenas dieron las tres de la madrugada D. Juan de Zúñiga, antiguo preceptor de D. Felipe se presentó en el dormitorio y separó a los nuevos esposos para que pasasen cada uno a descansar en su lecho. Cumplía las órdenes del Rey.

D. Carlos, temeroso de que a su hijo le sucediese lo mismo que le había sucedido a su tío D. Juan, el primogénito de los Reyes Católicos, de quien se decía que había muerto por sus excesos en el tálamo, escribió a Felipe una carta de recomendaciones sobre este particular. En ella, entre otras cosas decía:" puesto que vos sois de poca y tierna edad….conviene que no os esforcéis como hizo el Príncipe D. Juan…. os aconsejo que no bien halláis consumado el matrimonio, que os apartéis al menor impedimento, y que dejéis de visitar a vuestra esposa desde ese momento, y que cuando volváis a ella que sea por breve tiempo". En el deseo de evitar los abusos conyugales, el emperador recomienda a D. Juan de Zúñiga que duerma en la misma habitación que el príncipe a fin de evitar el exceso de visitas a la cámara de su esposa. Así pues, la luna de miel de los príncipes estuvo altamente vigilada. 

No era ésta la única vigilancia a la que se vio sometida la nueva princesa de Asturias, también su madre, Dª Catalina, vigilaba a su hija. A través de la camarera mayor, Dª Margarita de Mendoza, recibía informes de los posibles excesos en el yantar de María Manuela. Preocupaba a la reina de Portugal el buen apetito de su hija y que el exceso de gordura mermara su capacidad para procrear, misión principal de toda princesa.

Había también otras cosas que preocupaban a Dª Catalina - que no olvidaba la historia de su madre, Juana "La Loca"- y, por ello entrega a su hija antes de su partida una serie de recomendaciones escritas de su puño y letra. Entre otras cosas le decía: "mucho os pido que no se os ocurran celos, porque no servirán sino para dar descontento al Príncipe, vuestro marido, y a vos….pon todos tus sentidos en el propósito de no dar nunca a tu marido una impresión de celos, porque ello significaría el final de vuestra paz y contento". 

Felipe II.-Tiziano

En diciembre de ese mismo año le aparecen a D. Felipe unas erupciones en los muslos, probablemente sarna - según el propio Zúñiga - pero los cónyuges son separados de inmediato y no se les permite volver a reunirse hasta cinco semanas después.

María Manuela no había reglado todavía cuando contrajo matrimonio y los médicos de la corte a fin de acelerar el proceso la someten a varias sangrías. Advertida de la situación por Dª Margarita de Mendoza,  la reina Catalina se apresuró a escribir a la corte española para intentar frenar las sangrías :"a este fin no se debe hacer nada porque el Príncipe es muy mozo…porque estas medicinas más dañan que aprovechan".

La menstruación de María Manuela, altamente celebrada, se produjo en el verano de 1544 y, para satisfacción de todos, la princesa queda embarazada en septiembre. Carlos I, desde Gante donde se encontraba, envía a su hijo sus felicitaciones. También Dª Catalina se encuentra feliz. 

Durante la gestación no se produjeron complicaciones. Los príncipes se encontraban en Valladolid y fue allí donde, el 8 de julio de 1845 y durante la noche, se produjo el alumbramiento. Fue, para alegría de todos, un varón y se le impuso el nombre de Carlos. Este príncipe sería, pasados los años, una autentica amargura para su padre. 


Carlos de Austria y Portugal.-Sanchez Coello. Museo del Prado

El parto se desarrolló con muchas dificultades, aunque María Manuela lo soportó estoicamente. Los dolores duraron varios días y dado que venía " mal colocado" dos comadronas tuvieron que manipular durante horas para lograr extraerlo. El propio D. Felipe en carta escrita a su padre explica que el parto había durado dos días pero que la princesa ".. ha quedado muy buena".

El optimismo de Felipe se vio frustrado al día siguiente del parto. María Manuela tuvo algo de fiebre. Dos días después la fiebre había aumentado la princesa tenía escalofríos y deliraba y la hemorragia había disminuido. Su médico personal, un portugués del que se desconoce el nombre, recomendó baños de agua salada para disminuir la fiebre y que se la mantuviera abrigada para que sudara. Los médicos españoles recomendaron la sangría. Los galenos discuten y finalmente se la sangra. El médico portugués abandona la corte. 

María Manuela fallece el 12 de julio. Todavía no había cumplido los 18 años. Las causa que se adujeron para explicar su muerte fueron disparatadas. Para algunos la culpa la tuvo la propia princesa que se había comido un limón o un melón - no está muy claro- estando recién parida.

Hoy, se considera que la causa del fallecimiento fue una sepsis puerperal. Se dieron muchas circunstancias que favorecieron este desenlace, María Manuela era una primípara, tenía menos de veinte años y tuvo un parto prolongado durante el cual se la estuvo manipulando vaginalmente por unas comadronas no demasiado expertas. A todo ello se unió la falta de asepsia de aquella época. 

María Manuela está enterrada en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial

domingo, 26 de abril de 2015

Luisa Isabel de Orleáns



Luisa Isabel de Orleáns. Anónimo. Museo del Prado


Tras un parto de cuarenta horas nacía el 11 de diciembre de 1709, la quinta hija del matrimonio formado por el duque de Orleáns y María Francisca de Borbón, hija "legitimada" de Luis XIV y de Madame de Montespan. No es de extrañar por tanto que se dijera " Luisa Isabel de Orleáns empezó a ser desagradable en el mismo momento de su venida al mundo". Tal vez por la duración excesiva del parto las condiciones vitales de la neonata no eran buenas, por lo que se decidiría aplicarle las aguas del socorro bautismal en la misma cámara de su madre. Se la inscribió después y también con prisas en el registro de la Casa Real, con el título de Mademoiselle de Montpensier y ya nadie se acordó de bautizarla debidamente ni de ponerle un nombre propio. No fue una niña querida y su propia abuela llegó a decir de ella "No puede decirse que Mademoiselle de Montpensier sea fea…Sin embargo es la persona más desagradable que he visto en mi vida"

A los cuatro años fue llevada a un convento de las cercanías de Paris para ser educada, pero fue devuelta a los pocos meses de su llegada porque parece ser que con su comportamiento tenía alborotado a todo el cenobio. A partir de ese momento se la instala en el Palais-Royal y allí se le impartiría la poca educación que recibió.

Cuando la niña contaba doce años y el duque de Osuna iniciaba en Versalles los trámites para las capitulaciones matrimoniales de la pequeña princesa con el príncipe Luis, primogénito de Felipe V, es cuando se dan cuenta de que la niña no tiene nombre y se la bautiza, se le da la comunión y se la confirma a toda prisa. 

Físicamente, Luisa Isabel, recordaba bastante a su abuela materna, la célebre Madame de Montespan y el retrato que de ella se envió a Madrid parece ser que gusto mucho al Príncipe de Asturias, tanto que Felipe V se vio obligado a ordenar que se sacase el cuadro del dormitorio de su hijo puesto que " alteraba el reposo de Su Alteza".

 En enero de 1722 llega a España Luisa Isabel. Su prometido, el Príncipe de Asturias, acude a recibirla a Cogollos y desde allí parten hacia Lerma donde esperaban los Reyes y la corte. Es en Lerma y en su palacio ducal donde se oficia la ceremonia del matrimonio y después y tras un baile de gala, se procede a cumplir con el protocolo. Balansó lo cuenta así: " …siguiendo a sus Majestades, los cortesanos y embajadores extranjeros penetraron en la cámara nupcial. Las cortinas del lecho se descorren y aparecen acostados los príncipes…La exhibición dura pocos minutos…Por fín el Rey ordena cerrar los cortinajes y el desfile se reproduce a la inversa…Mientras tanto el mayordomo y la camarera mayor se han apresurado a separar a los cónyuges." Dado que Luisa Isabel no era núbil, el Rey había ordenado que el matrimonio no se consumara todavía.

Luis I. Jean Ranc. Museo del Prado

Concluido todo el ceremonial de Lerma, los Reyes y los Príncipes de Asturias acompañados por su séquito se dirigen a Madrid. Los habitantes de la Villa, habían preparado gran cantidad de festejos con los que homenajear a Luisa Isabel pero, todos ellos serian suspendidos por causa de una erisipela que sufrió la Princesa y que la tuvo postrada en el lecho. Según Junceda, la salud de Luisa Isabel no era buena y Felipe V refiere que "tenía dos tumores bastante grandes en el cuello, detrás de la oreja". Por ello se llama a consulta al Dr Higgins, médico de cámara de su Majestad y al Dr Chirac,que había atendido a su Alteza en Francia. El tratamiento que se le prescribió fueron sangrías.

Ya desde su llegada a España empieza a dar muestras Luisa Isabel de una personalidad intratable. Se negaba a hablar y andaba por los pasillos eructando y ventoseando. Al principio los españoles pensaron si esta conducta no sería una moda imperante en Versalles y de ahí la razón de su comportamiento pero, conforme pasaban los meses la conducta de Luisa Isabel se tornaba cada vez más estrafalaria.

La corte estaba escandalizada, la Reina, Isabel de Farnesio, repetía una y otra vez a su esposo que se habían equivocado en la elección de esposa para el Príncipe de Asturias. A Felipe V se le ocurrió que tal vez la conducta de Luisa Isabel mejoraría si se alejase de la corte una temporada y con tal fin, en junio, dejaron a los Príncipes solos en el palacio del Buen Retiro y se instalaron ellos en la Granja. La situación empeoró, la Princesa, se negaba a comer en la mesa y lo hacía a escondidas y de manera compulsiva. Aparecía sucia y maloliente, se negaba a utilizar ropa interior y disfrutaba exhibiéndose apenas cubierta con una fina enagua ante todos.

Pensaban los Reyes que tal vez cuando el matrimonio se consumará y vinieran los hijos las extravagancias de Luisa Isabel finalizarían y dado que ya se había manifestado en la Princesa la menárquia, deciden que ha llegado el momento de la consumación. Como si de un regalo de cumpleaños se tratara, el día que el príncipe celebra los dieciséis años, Felipe V da su autorización para la unión conyugal de los jóvenes esposos. Un diplomático francés escribe al cardenal Dubois" los Príncipes esperan con impaciencia la llegada de sus Majestades para ejecutar lo que ya se les había permitido". Sin embargo no parece que la relación sexual fuera satisfactoria, así al menos queda de manifiesto en cartas originales, pero no firmadas, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional y en las que el príncipe de Asturias da cuenta de estos hechos a su padre.

En enero de 1724, Felipe V abdica la Corona. El marqués de Grimaldi será el encargado de llevar el acta al monasterio del Escorial donde se encuentran los Príncipes de Asturias. De inmediato éstos emprenden camino hacía Madrid. En febrero tiene lugar la solemne proclamación de Luis I en la iglesia de San Jerónimo. Luisa Isabel ya es reina de España.

Poco después de que haya sido proclamada, el marqués de Santa Cruz escribía "Esta mañana la Reina se fue al jardín y por segunda vez volvió a almorzar con las criadas…después anduvo paseando en ropa interior por todas las galerías de palacio dando locas carreras….A continuación se hizo guisar un pichón y esta tarde se ha hinchado de rábanos con vinagre, que no sé como no revienta, pues por comer se zamparía hasta el lacre de los sobres". Pero no sólo los abusos estaban en la comida, también la Reina bebía en exceso vino, cerveza y aguardiente. En ocasiones se desprendía del vestido y limpiaba con él los cristales frotándolos enérgicamente para asombro de sus damas.

Luisa Isabel de Orleáns. Jean Ranc. Museo del Prado

La situación era cada vez más preocupante y entonces ocurrió un escándalo que conmovió a la corte por sus consecuencias: Luisa Isabel estaba en la huerta de palacio sin ropa interior, con un vestido muy ligero, subida en una escalera y cogiendo fruta, es probable que tuviera miedo de caerse y quizá esa sea la razón de que pidiera ayuda a grandes gritos. El que tenía el deber de ayudarla era el marqués de Magny, que en esos momentos desempeñaba el cargo de mayordomo de semana. El marqués no pudo evitar apartar la vista de las interioridades que Luisa Isabel le mostraba y ésta se estuvo vanagloriando del incidente durante bastantes días.

Esa fue la gota que colmo la paciencia de Luis, quien harto ya de reprender a su esposa decidió recluirla en el Alcázar y allí permaneció Luisa Isabel por espacio de seis días. Cuando se la autorizó a salir estaba mucho más calmada y se mostraba sumisa y muy unida a su esposo. La aparente felicidad duraría poco, en agosto Luis I enferma de viruelas y moriría el último día de ese mismo mes. Durante las dos semanas que duró su enfermedad Luisa Isabel no se separó del lado de su esposo y lo cuidó tan solícitamente que acabó contagiándose de la enfermedad, aunque en ella la evolución fue más benigna.

Felipe V vuelve a ocupar el trono de España y decide que lo mejor es devolver a la viuda de su hijo a Francia. En Marzo de 1725 Luisa Isabel abandona el territorio español con todos los honores que correspondían a una Reina viuda.

Cuando llega a Francia, pasa unos meses en Vincennes y posteriormente Luis XV determina alojarla en el palacio de Luxemburgo. Allí permaneció, sin que existan referencias de vida escandalosa durante esos años, hasta su muerte.

Palacio de Luxemburgo

Según Vallejo-Najera, Luisa Isabel sufría un trastorno límite de la personalidad, consecuencia, probablemente, de los desordenes genéticos provocados por la endogamia - ya que desde tiempo inmemorial sus antepasados se habían casado entre sí- unidos a la carencia afectiva y al ambiente excéntrico en el que vivió sus primeros años. A estos pacientes la situación de orfandad emocional, de sentirse abandonados por aquellos de quienes dependen afectivamente los lleva habitualmente a cometer actos de autodestrucción y a sentirse en estado de permanente confusión y descontrol. 

Luisa Isabel murió el 16 de junio de 1742 a consecuencia, según el Dr Junceda de un coma diabético. Tenía 32 años. Sus restos fueron inhumados en la iglesia de San Sulpicio de París

domingo, 19 de abril de 2015

Charlotte de Prusia



Charlotte de Prusia. Laszló



El 24 de julio de 1860 nacía en Postdam la princesa Charlotte. Era hija del príncipe Federico, heredero de Prusia, y de Victoria del Reino Unido. Cuando nació Charlotte, a la que toda la familia llamaría Charly, su hermano Guillermo tenía ya año y medio. Todo el mundo esperaba tras el parto que la princesa Victoria se sintiera contenta con su nuevo retoño ya que la niña había nacido en perfecto estado y no presentaba ninguna “tara física” como sí le ocurriera a su hermano pero, lo cierto es que tampoco con esta hija se sintió satisfecha Victoria. La niña no era agraciada y eso era suficiente para que la perfeccionista princesa se sintiera decepcionada. 

Conforme iba creciendo la princesita, el disgusto de su madre aumentaba, no solo no era una niña bonita sino que, además, tenía un carácter endemoniado. Era muy nerviosa, por cualquier motivo montaba una “pataleta”, se mordía las uñas y hasta los bajos de los vestidos se los metía en la boca. Su madre, consideraba que los castigos eran la mejor manera de conseguir que la niña no perdiera el control y se equilibrara, así que, la niña pasaba los días continuamente castigada.

El desarrollo emocional de Charly, como el de su hermano Guillermo, no debió ser el adecuado. La princesa Victoria había sido un dechado de perfección, una niña prodigio y además guapa y esperaba que sus hijos también lo fueran. Fue una decepción para ella encontrarse con que su hijo mayor presentaba un brazo inerte y que su hija ni era inteligente ni guapa y además parecía tener los brazos y las piernas cortos en relación a su estatura. Los niños, por poco inteligentes que sean, perciben el afecto o la falta de él de los mayores y probablemente y como consecuencia de la percepción de que no eran los hijos modélicos que su madre hubiera deseado y de que no conseguirían ganarse su cariño, ninguno de los dos tuvo una buena relación con su progenitora.

La calidez que estos niños no encontraban en su madre la hallaron en sus abuelos paternos y, tal vez, esa fuera la razón de que ambos, al madurar, se sintieran conservadores como sus abuelos y no liberales como sus padres. Además, y a pesar de sentir un enorme respeto por su abuela materna, la reina Victoria I, no mostraban ninguna simpatía por el Reino Unido y los dos se sentían enormemente prusianos y muy orgullosos de su origen.

La situación de incomodidad que Charlotte sentía en su casa hicieron que se comprometiera muy pronto, no porque se hubiera enamorado de una forma arrolladora sino porque el matrimonio le facilitaba la salida del hogar paterno. Así que en 1876 y con tan solo dieciséis años se comprometió con el príncipe Bernhard de Sajonia-Meiningen que tenía entonces veinticinco años, era heredero del Ducado y oficial en un regimiento de Postdam. 


Bernhard de Sajonia-Meiningen


Se casaron dos años después en una pomposa ceremonia, como correspondía a una princesa prusiana. Bernhard era todo lo contrario a su esposa, tenía buen carácter, no se metía en nada y era un gran estudioso, tanto, que llegó a convertirse en un erudito de la Grecia Clásica. 

Debido al trabajo de Bernhard se tuvieron que instalar en Postdam, cosa que no gustaba a Charly que deseaba una mayor lejanía de su familia. Un año después de la boda, en 1879, nació su hija Feodora. El embarazo no fue fácil ni el parto tampoco. Es posible que ésta fuera la causa de la displicencia con la que  Charlotte trató a la recién nacida no observándose en ella ningún instinto maternal. Le gustaba decir a quien quisiera escucharla que Feodora había sido su primera hija pero que también sería la última. La niña fue criada por amas, institutrices y por su abuela Victoria. 

A partir del momento en que nace su hija, Charlotte, considera que no está dispuesta a seguir viviendo cerca de sus padres y, una vez conseguido el traslado de regimiento de Bernhard, la familia se marcha a Berlín. Ya instalada en la capital, la princesa, iniciaría el periodo de su vida más rutilante, más lleno de fiestas y compromisos, más alegre. La vida social ocupaba todas sus horas y Charly se desenvolvía en ella como pez en el agua.

Recientemente, en 2010, se publicó en el periódico alemán "Dier Spiegel" un artículo que recoge una investigación realizada por el historiador Wolfgang Wippermann, según el cual, la princesa Charlotte habría promovido, en enero de 1891, una  fiesta de tipo sexual en la que participaron quince miembros de la corte de Guillermo II entre los que se encontraban familiares y amigos íntimos del Kaiser. Wippermann asegura haber encontrado más de doscientas cartas anónimas, algunas de ellas ilustradas con fotografías, que revelan prácticas sexuales prohibidas incluso por la ley de la puritana Prusia de aquellos años. Las cartas sobre la orgía desencadenaron una serie de duelos, promovidos - algunos de ellos - por el propio Emperador empeñado en salvaguardar el honor de la familia. Wippermann sugiere que las cartas podrían haber sido enviadas por la propia Charlotte, a quien gustaban las intrigas y a quien su propia madre calificaba de "malvada".



Charlotte había estado siempre muy unida a su hermano. Durante la enfermedad y muerte de su padre, que enfrentó a Guillermo con su madre, Charly se posicionó en todo momento del lado de su hermano  y cuando éste ascendió al trono convirtiéndose en Guillermo II aprobó todas las medidas de exclusión y vigilancia que su hermano adoptó respecto a su madre. Algún tiempo después las relaciones se enfriarían, debido probablemente al carácter intrigante de Charlotte y a la orgía que había organizado. Tal vez por ello, el Kaiser ordenaría el traslado de Bernhard a un Regimiento de Silesia. Así pues, Charly se vió alejada de Berlín y  como el nuevo destino le  resultaba sumamente tedioso, se dedicó a viajar y a visitar a todos sus parientes europeos.

En 1914 muere el padre de Bernhard y éste se convierte en duque de Sajonia-Meiningen pero, poco le duraría a Charly el título de duquesa, ya que, al final de la Primera Guerra Mundial, Bernhard se ve obligado a abdicar. 

Además de su carácter caprichoso e irritable, la salud de Charlotte nunca había sido buena. Tenía problemas gastrointestinales, cefaleas y dolores articulares. Sufría insomnio y las crisis nerviosas eran frecuentes. Con los años los problemas se fueron agravando y aparecieron las complicaciones renales. Acudía a distintos balnearios que le recomendaban sus médicos que, por otra parte y por no encontrar un diagnóstico, tan solo podían aliviar sus síntomas. Finalmente, la muerte la sorprendió en Baden-Baden el 13 de enero de 1919. Tenía cincuenta y nueve años. 

Algunos historiadores sostienen que la enfermedad de la princesa Charlotte era una porfiria que le habría sido trasmitida por su tatarabuelo, Jorge III, a través de su madre. En el libro “Purple secret”, John Rohl, Martin Warren y David Hunt se decantan por esta causa. Las conclusiones a las que llegan estos autores se basan tan sólo en el estudio de los síntomas. Además y, de momento, tampoco esta demostrado, que Jorge III sufriera porfiria.



Charlotte fue enterrada en el parque del Palacio de Altenstein (residencia de verano de los Duques de Sajonia-Meiningen) en Bad Liebenstein