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viernes, 19 de diciembre de 2014

Victoria Eugenia de Battenberg ( III )




Victoria Eugenia de Battenberg. Philip László


Tras los levantamientos de Jaca y Cuatro Vientos, la popularidad de la monarquía desciende. Cuando en abril de 1931 se realizan elecciones municipales el triunfo de los republicanos es contundente. El Rey ya sabe que está perdido.

El día 14 de abril de 1931 se proclama la República y el Rey embarca en Cartagena hacía el exilio. En Madrid ha quedado Victoria Eugenia y sus hijos que deberán salir del país al día siguiente. Esa noche Ena no se acuesta. Intenta recoger de las habitaciones privadas todas sus pertenencias mientras los gritos de hostilidad de los hombres y mujeres que llenan la plaza de Oriente se cuela por los balcones de palacio. Quienes velan por su seguridad y la de sus hijos deciden que la salida se efectúe en automóvil a través del Campo del Moro hasta El Escorial, donde la Reina y los infantes tomarán el tren hacía el exilio. Victoria llora. Tardará treinta y siete años en volver a pisar suelo español.

Proclamación de la segunda República

Una vez en París, los reyes se reúnen en el hotel Meurice. Allí se toman decisiones importantes la primera de las cuales es dejar de convivir como pareja, Victoria no está dispuesta a seguir soportando humillaciones como mujer pero no quiere dejar de ser reina y por lo tanto no se plantea la anulación ni ninguna separación legal, tan sólo una separación de hecho y discreta. La segunda de las decisiones afecta a la economía.

Alfonso fija una pensión para el mantenimiento de Ena y ésta pasa cinco años residiendo entre Suiza e Inglaterra mientras Alfonso y sus hijos pasaran a residir en Roma. En 1934 morirá su hijo Gonzalo con tan sólo 19 años de edad. La causa la hemofilia. El desencadenante un pequeño accidente. Cuatro años más tarde morirá su hijo Alfonso, victima también de un pequeño accidente. 

Hacia el final de la guerra Civil española, Victoria Eugenia se va acercando cada vez más a la familia, sobre todo a su esposo, tal vez, porque piensa que si ganan los nacionales, en España sería posible la restauración monárquica. No sucede así y además ha comenzado la Segunda Guerra Mundial. Según Gerard Noel, el gobierno Británico advierte a Ena que de continuar en Londres no podrá garantizar su seguridad. Victoria solicita a una amiga que le permita utilizar su villa de Lausana y traslada su residencia a Suiza.

En 1941 acude a Roma, el Rey está enfermo y se espera su final. Alfonso XIII muere en febrero y en mayo Victoria y sus hijos regresan a Suiza. Allí se instalará, la que fuera reina de España, en la” Vieille Fontaine,” propiedad que había adquirido gracias a una herencia que recibió de una amiga. Allí hizo colocar en las puertas que daban acceso al jardín de la residencia la flor de lis, símbolo de la casa de Borbón. 

En la Vieille Fontaine, a orillas del lago Lemann va a transcurrir la vida de Victoria Eugenia, de un modo monótono y tranquilo, recibiendo las visitas de sus nietos o de sus hijos y la de algunos amigos, y viajando de vez en cuando a Italia y a Portugal para visitar a sus hijos. También acude en ocasiones a Mónaco ya que con los Grimaldi le une una gran amistad.

La vida resultaba cara. Además de mantener el palacete, Victoria Eugenia tenía a su cargo a los dos hijos de su hijo Jaime. La asignación que recibía del gobierno de Franco era insuficiente para los gastos que generaba y parece ser que Ena, tan amante de las joyas, se vió obligada a vender algunas de ellas.

Vieille Fontaine


 Treinta y siete años después de su salida de España se producía el regreso de Victoria Eugenia. Sería la madrina de su biznieto Felipe, único hijo varón de su nieto D. Juan Carlos. Era el 7 de febrero de 1968 cuando la reina vuelve a pisar suelo español. A Barajas, además de su hijo D. Juan, han acudido todos los familiares que se encontraban en Madrid, gentes de la nobleza, ministros del gobierno y gran cantidad de monárquicos que la aplauden y vitorean. Durante su estancia en Madrid se alojó en el Palacio de Liria. La duquesa de Alba era su ahijada y procuró que durante su estancia pudiera recibir el cariño de los monárquicos y abrió las puertas de su palacio a todos aquellos que desearan saludarla.

Bautizo de Felipe de Borbón y Grecia

Un año después la salud de Victoria decae. A partir del mes de marzo apenas abandonó sus habitaciones asistida además de por sus doncellas, por su fiel dama Beatriz Aguilar y por una enfermera. El doctor Nicaut, su médico de cabecera, ya advierte a los familiares que la situación provocada por la enfermedad hepática que sufría era irreversible. Sin embargo, los primeros días de abril y tras el tratamiento con corticoides, se percibe una ligera mejoría. Durará poco ya que, el 10 de abril, la reina Victoria perdía la lucidez y el día 15 entraba en coma profundo. Fallecía a las 11 horas y 18 minutos de la noche de ese mismo día. La rodeaban sus hijos y nietos. Su cuerpo fue cubierto con la bandera española. 

En su funeral estuvieron representados los gobiernos y las casas reales de casi todos los países europeos. La Jefatura del Estado Español decretó tres días de luto. Recibió sepultura en Lausana y en el interior del sepulcro fue depositada tierra de distintos lugares de España. 

Entierro de Victoria Eugenia de Battenberg


 Sus restos mortales fueron trasladados en 1985 al Monasterio del Escorial.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Victoria Eugenia de Battenberg ( II )





Victoria Eugenia de Battenberg


Acostumbrada a una ciudad tan cosmopolita como Londres, Ena, considera que Madrid es una ciudad muy provinciana. Tampoco parece que a los madrileños les guste su nueva reina. Su belleza es admirada por todos pero, los españoles la consideran fría, distante, y estirada, “demasiado inglesa” suelen decir quienes la critican. Es posible que influyera el hecho de que el día del atentado y a pesar de que fueron suspendidos el baile de gala y la mayoría de los actos, la templanza con la que Victoria Eugenia fue saludando a todos los invitados fuera interpretada como frialdad.

Había otras cosas que tampoco gustaban a la joven reina,  para disgusto del pueblo español. No le gustaba la comida española, de hecho ni siquiera el cocinero de palacio era español. Tampoco le gustaban los toros y consideraba que este espectáculo era terrible. No tomaba chocolate – que había sustituido por té - y fumaba, algo que ninguna dama española hacía, teniéndole que prohibir Alfonso que lo hiciera en público para evitar las habladurías.

Tampoco la práctica del deporte era habitual entre las damas de la sociedad española y Victoria Eugenia era muy deportista y practicaba habitualmente la equitación y el tenis. Además, Ena, acostumbraba a encargar sus trajes de gala a modistos extranjeros. Por todo ello y a pesar de que su comportamiento era perfecto, la reina jamás logró el afecto mayoritario de los españoles.

Victoria Eugenia y Alfonso XIII

A finales de 1906 se anuncia que la reina está embarazada y es el 10 de mayo de 1907 cuando da a luz al primero de sus hijos. Fue asistida en el parto por un médico español, el Dr Gutierrez, al que se concedería el título de conde de San Diego pero, también por un médico ingles, el Dr Glandinning, que había llegado a Madrid acompañando a la princesa Beatriz, madre de la reina, como observador profesional y como no, la enfermera que la acompañó en todo momento también era inglesa, la Sta Green.

La llegada de este hijo fue una alegría, era el heredero de la Corona y se le impuso el nombre de Alfonso. Su aspecto era el de un niño sano y rollizo pero, siguiendo la costumbre de la corte española de circuncidar a los príncipes a los pocos días de su nacimiento, se procedió a hacerlo con el pequeño príncipe y según nos relata Balansó, fue en este acto y ante la hemorragia que no cedía, cuando los médicos diagnosticaron que el príncipe Alfonso era hemofílico.

A partir de entonces se inicia el desamor de Alfonso XIII por la reina. Según José Mª Tavera, el Rey había expresado en más de una ocasión: " No puedo resignarme a que mi heredero haya contraído una enfermedad que traía la familia de mi mujer, no la mía"

Victoria Eugenia con sus Hijos

Un año después Victoria Eugenia dará a luz al segundo de sus hijos, un varón que recibirá el nombre de Jaime. Este infante también fue causa de preocupación y sufrimiento de sus padres por ser sordomudo.En junio de 1909 tuvo la reina su tercer parto, una infanta que recibió el nombre de Beatriz. Al siguiente año y al noveno mes de gestación Ena da a luz un infante que nace muerto, no se precisan las causas de esta muerte intrauterina por parte de los médicos que asistieron a su majestad.

Ya eran malas las relaciones entre los reyes, a pesar de lo cual, Ena, continuaba teniendo hijos.En 1911 la reina dará a luz a una nueva infanta que recibirá el nombre de Cristina. El parto se desarrollará con normalidad y será asistida por los médicos de la Real Cámara entre los que no podía faltar el conde de San Diego.

Dos años después, en 1913,  Ena dará a luz a un varón robusto y sano. Este infante, al que pondrán de nombre Juan, y que llegará a ser un día Jefe de la Casa Real, llena de alegría a D. Alfonso que ve en él la continuidad de su dinastía. No por ello las relaciones mejoran. En 1914 la reina dará a luz al último de sus hijos un varón al que se le impondrá el nombre de Gonzalo y que también es hemofílico. 

Al deterioro de su matrimonio y a la caótica situación política en España se unirá un nuevo dolor para la reina. Europa ha estallado tras el asesinato del heredero del imperio austro-húngaro, la Gran Guerra ha dado comienzo, y a pesar de que Alfonso XIII declara la neutralidad de España, en palacio existen posiciones encontradas. La familia de la reina madre, Dª Mª Cristina de Austria, combate por los Imperios Centrales, la familia de Ena por el frente aliado. Difícil mantener la compostura pero, ambas damas lo lograron a pesar de sus discrepancias y Victoría Eugenia es consolada por su suegra cuando llegó a palacio la noticia de que su hermano Mauricio había muerto en el frente.

El rey continúa con sus devaneos amorosos. Nacen hijos ilegítimos y sanos .Victoria Eugenia opta por no darse por enterada y vuelca sus desvelos en las obras de caridad. Funda tres importantes organismos: La liga contra la tuberculosis, la liga contra el cáncer y el primer hospital de la Cruz Roja de Madrid con la creación de una escuela de enfermeras que fue la primera de España y que se convirtió en el proyecto más querido de la soberana.


Victoria Eugenia con uniforme de Dama de la Cruz Roja

Las relaciones entre los reyes se va deteriorando. A Ena , que ha tolerado los devaneos del Rey, le resulta insoportable que Alfonso tenga una amante” fija”, la actriz Carmen Ruiz de Moragas, con la que además tiene dos hijos. En esa década de los años veinte, la relación entre ambos esta irremediablemente rota y sólo continúan juntos porque son los reyes de España.

                                                                                                                                    Continuará.....

lunes, 8 de diciembre de 2014

Victoria Eugenia de Battenberg ( I )



Victoria Eugenia de Battenberg - Philip László

Esta princesa, que llegaría a ser reina de España, nació en Escocia en el castillo de Balmoral, el día 24 de octubre de 1887. Era hija de Enrique de Battenberg y de la princesa Beatriz. Victoria Eugenia pasó su infancia con su abuela, la reina Victoria I del Reino Unido, ya que sus padres los Príncipes de Battenberg residían junto a la Reina. Sin duda esta situación influyó en su educación y en la formación de su carácter.

Tenía tan solo nueve años cuando falleció su padre y seis años después lo hizo su abuela. Su madre, la princesa Beatriz, viuda y huérfana decidió retirarse de las actividades cortesanas y aceptó el nombramiento de gobernadora de la isla de Wight, trasladándose  allí con Victoria Eugenia y con sus otros hijos.

Cuando Ena, que así era llamada familiarmente Victoria Eugenia, cumplió los 18 años, su tío, el rey Eduardo VII, decide presentarla en sociedad. Corría el año 1905 y se prepara un fastuoso baile en Buckingham Palace. Poco después, Victoria Eugenia asiste a una cena de gala en el mismo palacio, una cena que habría de cambiar su vida.Ciento veinte personas están invitadas a la misma, la razón no es otra que la de recibir al rey de España, un jovencísimo Alfonso XIII que estaba realizando una gira por Europa para conocer a las distintas candidatas a convertirse en reinas de España. Los nombres de las mismas ya habían sido seleccionados en Madrid por la reina madre Dª Mª Cristina de Austria. Según parece Alfonso quedó impactado ante la belleza de Ena, y aunque se vio obligado a conocer al resto de las candidatas, su decisión ya estaba tomada.


Victoria Eugenia de Battenberg - Luis Menéndez Pidal

La villa de Madrid no era ajena a esta búsqueda de novia por parte de Alfonso y el diario ABC organiza a finales de 1905 una encuesta entre sus suscriptores tratando de averiguar cual de las ocho candidatas posibles obtenía el favor de los madrileños. La elegida fue Victoria Eugenia de Battenberg.  

A principios de enero de 1906, la princesa Beatriz y su hija Victoria Eugenia, junto con otros miembros de la familia, se encuentran en Biarritz. El rey Alfonso XIII llega el día 25 de Enero a San Sebastián e inmediatamente se traslada a la villa Mouriscot, lugar donde se aloja Victoria Eugenia junto a su madre. Allí solicitará a la princesa Beatriz la mano de Ena. Esa misma noche mandaría un telegrama a su madre, el texto decía así:"Me he comprometido con Ena. Abrazos Alfonso".

En el mes de marzo vuelven a encontrarse los novios. Esta vez será en San Sebastián, en el palacio de “Miramar”. La ciudad se ha vestido de gala. En ella va a tener lugar un acontecimiento trascendental, la princesa Victoria Eugenia, perteneciente a la religión anglicana, va a convertirse al catolicismo. La ceremonia sería privada pero se le daría una gran difusión. Alfonso XIII se entrevista con el rey británico Eduardo VII y, según algunos historiadores, éste advierte a Alfonso de la posibilidad de que Ena pudiera ser trasmisora de la hemofilia como descendiente que era de la reina Victoria del Reino Unido. Es posible que se le advirtiera pero, Alfonso estaba demasiado enamorado como para pensar en "razones de estado". El compromiso continuaría y se anunciaría la fecha de la boda : el 31 de mayo de 1906.

Victoria Eugenia y Alfonso XIII

Pocos días antes de la ceremonia la policía había comunicado al ministro de la gobernación, conde de Romanones, que en los jardines del Retiro había sido grabada en un árbol a punta de navaja la siguiente frase: "Alfonso XIII morirá el día de su boda". Romanones lo comunica al rey y se decide montar un operativo de vigilancia especial. Los príncipes de la mayoría de las casas reales europeas estarían presentes en la boda. 

El día 31 amaneció radiante. Las calles de Madrid estaban rebosantes de guirnaldas y banderas. Los balcones lucían colgaduras con los retratos de los novios y los madrileños, ya al amanecer, habían empezado a ocupar las aceras por donde pasaría la comitiva real. Rosas blancas adornaban el altar mayor de la iglesia de San Jerónimo.

Tras la ceremonia, el cortejo formado por 41 carrozas avanza por el Paseo del Prado entre vítores, aclamaciones y repique de campanas de las iglesias de Madrid, continua por Alcalá cruza la Puerta del Sol y avanza por la calle Mayor. Es entonces, a su paso por el numero 88, cuando un ramo de flores es arrojado sobre la comitiva y se produce un enorme estruendo. El vestido de Ena queda impregnado de la sangre del lacayo que marchaba al lado y que muere en la explosión. El Rey se asoma por la ventanilla " No se asusten, estamos ilesos" dice a la guardia. Pero, en la calle han quedado 28 muertos y los heridos se cuentan por docenas. Los reyes cambian de coche y son conducidos rápidamente al palacio. 


Atentado en la calle Mayor

Y así, con el vestido nupcial manchado con la sangre de las víctimas inocentes que la rodeaban, los ojos bañados por las lágrimas y el terror pintado en su semblante, se iniciaba el reinado de Victoria Eugenia de Battenberg.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Continuara....   

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Carolina Matilde de la Gran Bretaña



Carolina Matilde de la Gran Bretaña.- Francis Cotes


No tuvo una infancia feliz. Nació en julio de 1751, cuatro meses después de la muerte de su padre, Federico Luis de Hanover, que había sido príncipe de Gales hasta el momento de su fallecimiento, título que ostentaría a partir de entonces el hermano de Carolina Matilde el cual se convertiría después en el rey Jorge III.

Tenía tan sólo 15 años cuando fue enviada a Dinamarca para contraer matrimonio con el rey danés Christián VII. Ya corrían rumores sobre la posible enfermedad mental de este monarca pero, no parece que eso importara mucho al rey de Gran Bretaña que se mostraba ansioso por afianzar los lazos con su familia del norte de Europa ya que, este enlace, podía constituir un freno a la influencia francesa y un aumento del poder británico en el Báltico.

Si en algún momento se le ocurrió pensar al rey Jorge III que enviaba a su hermana a un destino que la haría infeliz, el pensamiento se desvaneció en cuanto hablo con Titley, su enviado a Dinamarca. Los informes de éste no pudieron ser más favorables al rey Christián : era elegante, distinguido, varonil, muy amable en el trato y un gran estudioso de la teología. 

Convencido el rey británico de que su hermana era muy afortunada al casar con un rey de tan admirables virtudes, la envió a Dinamarca para los esponsales. Siguiendo la costumbre danesa, a Carolina Matilde no la pudo acompañar ninguna dama de honor. Lloró desconsoladamente la futura reina danesa cuando salió de su país.


Christián VII. - Jean Juel

Fue recibida con grandes muestras de cariño por parte del pueblo, la corte y el rey. El enlace se celebraría en el palacio de Christiansborg el 8 de noviembre de 1766. Sobre la impresión que produjo en Christián su esposa hay opiniones contrapuestas. Según Carlos de Hesse, el rey Christián le habría comentado que Carolina Matilde era muy bonita. Por el contrario, el embajador francés, Ogier, informaba a su gobierno que la princesa no había logrado enamorar al rey. Sea como fuere, Christián cumplió con sus deberes conyugales y dejó embarazada a su esposa a los pocos meses de celebrarse los esponsales. En enero de 1768 nacería el primer hijo de la pareja y heredero al trono. 

 Poco tardó Christián en aburrirse de su papel de marido. En realidad el rey se aburría con casi todo lo que significara una obligación, incluyendo los asuntos de estado. Así que, cansado ya de las obligaciones conyugales se empezó a dedicar a lo que de verdad le distraía: las juergas y el sexo.

Es entonces cuando el monarca conoce a Chatrine Benthagen,  más conocida como Stovlet Chatrine, una prostituta a la que convierte de inmediato en su amante. Parece que con ella podía dar rienda suelta a su” imaginativa sexualidad”. Visitaban juntos los burdeles de Copenhague y juntos paseaban por la ciudad sin ocultarse.

No sabemos si Carolina Matilde sufría por los devaneos de su marido como sufriría una esposa enamorada, lo que si parece cierto es que se sentía profundamente humillada y que este sentimiento produciría un distanciamiento entre los esposos. También los daneses se mostraban indignados ante la conducta de su rey quien, además de lucir amante, se dedicaba a provocar destrozos en sus salidas nocturnas. Los consejeros reales le sugirieron que se separara de su amante y que para enfriar los ánimos realizara un viaje por el extranjero. El viaje de su esposo cambiaría la vida de Carolina Matilde radicalmente.

Durante el recorrido por Europa, Christián conoce a Johann Friedrich Struensee un médico alemán con el que entabló una relación intelectual y de amistad y al que llevó a Dinamarca como médico privado pero, poco tardó en nombrarlo también consejero de estado.

Johann F. Struensee. - Jean Juel

Struensee se convirtió en el hombre de confianza del rey. Era un hombre que creía firmemente en la modernización del estado y en una acción reformadora desde el gobierno. Fiel a sus creencias, nada más entrar en política iniciaría la reforma  promulgando leyes de manera profusa. Abolió la censura periodística, las torturas, los privilegios nobiliarios e inició medidas para reducir los gastos de la corte. Todo ello condujo a que los intereses personales que imperaban en la administración del estado sufrieron un duro golpe y como cabía esperar se desencadenó una reacción muy hostil hacia él. Para entonces, Struensee ya ocupaba un apartamento en la planta baja del palacio de Christianborg y había nombrado a Enebold Brandt como su asistente. 

No sentía Carolina Matilde simpatía por Struensee pero, cuando en octubre de ese mismo año cayo enferma y según relató Gunning “con síntomas poco auspiciosos”, aceptó ser vista por el médico de su esposo.

A partir de entonces la reina se siente atraída por el médico. Struensee la colmaba de regalos y ella por primera vez empezó a sentir que era importante para alguien. Carolina Matilde comenzó a perder la cautela y según narra Reverdil “la reina no le quita los ojos de encima ( a Struensee) y le permite unas libertades que dañarían la reputación de cualquier mujer.” 

Por lo tanto, mantener esa relación no resultaba nada sencillo, en palacio abundaban los espías y Struensee tenía muchos enemigos. Cuando en 1771 la reina daba a luz a su segunda hija, la princesa Luisa, casi todos pusieron en duda la paternidad del rey Christián y atribuyeron ésta a Struensee. Tanto la corte como el pueblo empezaba a considerar que el rey no era más que un títere en manos de aquel médico que se había adueñado de su mente, del estado y de su esposa. El ambiente de hostilidad crecía y la rebelión parecía inminente. Todo estaba bien orquestado por los enemigos de Struensee 

Carolina Matilde. - Jean Juel

Desde el palacio de Frederiksberg, donde vivía la viuda de Federico V, Juliana María madrastra de Christián , se empieza a tramar la conspiración. El 17 de enero de 1772 los conspiradores se reúnen en un baile de máscaras en la residencia de Juliana. Al día siguiente, todos ellos, con Juliana a la cabeza, logran entrar en los aposentos reales. Christián se siente aterrorizado, su madrastra le asegura que nada le ocurrirá si firma los documentos que le han traído. El rey los firma. 

Los documentos eran las órdenes de arresto de Struensee, Brandt y Carolina Matilde. 

A la reina se la confinó en Kronborg acusada de adulterio. A Struensee se le acusó de mantener relaciones con la reina , de no respetar la autoridad real y promulgar decretos sin la firma del monarca. A Christián no le tembló el pulso cuando firmó la sentencia de muerte de Struensee y de Brandt. 

Carolina Matilde confesó su delito y fue repudiada por Christián y condenada a cadena perpetua, condena que debía cumplir en el castillo de Aalborg. Carolina Matilde pidió clemencia a su hermano el rey Jorge III de la Gran Bretaña, quien consiguió que se la liberara. Pero, como tampoco Jorge III la quería de vuelta en el Reino Unido, mandó una fragata británica que la deportó hasta Alemania y en Celle, una población cercana a Hannover, se la mantuvo asignándole el rey Jorge III una renta para su sustento. 

Castillo de Celle

Poco más de tres años duró el exilio de Carolina Matilde pues el 11 de mayo de 1775 fallecía. Macalpine y Hunter dicen que probablemente la porfíria fue la causa del fallecimiento, pero no existen pruebas que lo demuestren. Según la mayoría de los historiadores Carolina Matilde contrajo escarlatina y ésta fue la causa del deceso. Tenía 23 años.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Germana de Foix




Germana de Foix - G. Bausá - Museo de Bellas Artes de Valencia

Cuando nació en 1488, fruto del matrimonio entre Juan de Foix y María de Orleáns,  nada hacía pensar que llegaría a convertirse en reina de Aragón. Germana era sobrina de Luis XII de Francia, y nieta de Leonor de Navarra.

Educada en la corte francesa, le gustaba disfrutar de los placeres que la vida pudiera brindarle y destacaba por su habilidad con la música y el baile. Era alta y corpulenta y según Sandoval "poco hermosa y algo coja". 

Cuando en 1504 fallece Isabel la Católica, su testamento no deja lugar a dudas, su hija Juana es la heredera del trono de Castilla y su esposo Fernando el Católico pasa a ocupar un segundo lugar.

Dadas las ambiciones políticas respecto a Castilla de Felipe “El Hermoso”, esposo de Juana, Fernando el Católico lleva a cabo una inteligente maniobra y negocia con Luis XII de Francia, su matrimonio con Germana, a la que el rey de Francia cedía sus posesiones sobre Nápoles.

Los esponsales se celebraron en marzo de 1506 contando Germana 18 años de edad mientras que Fernando ya había cumplido 53. No gustó a la nobleza castellana este matrimonio que fue considerado una maniobra del Católico para impedir que Juana heredase la corona de Aragón.

Fernando el Cátolico

No les faltaba razón a los castellanos. Fernando ponía todo su empeño en conseguir que su joven esposa quedara embarazada pero, no lo conseguía. A pesar de que en su juventud el Rey Católico había sido un hombre galante y propenso a los amoríos, los avatares de la vida lo habían envejecido. En su intento por cumplir debidamente en el tálamo, Fernando, tomaba toda clase de hierbas y distintos preparados afrodisíacos pues, era mucho su interés y el de Dª Germana por tener descendencia. 

Pero, no fue hasta tres años después de su matrimonio, exactamente en mayo de 1509, cuando nació el ansiado heredero. Fue un varón y se le puso como nombre Juan. Según el cronista Alonso de Santa Cruz, el infante no llegó a vivir ni una hora. Si éste infante hubiese sobrevivido probablemente la historia de España sería otra.
A pesar de todos los intentos Germana no volvió a quedar encinta y en 1516 moría Fernando el Católico, según Pedro Mártir, por unos potajes que le daba la reina con el fin de lograr "habilitarle" para que pudiesen procrear más hijos.

Fernando, en su testamento, había encomendado a su nieto Carlos que no abandonase a su viuda " pues no le queda, después de Dios, otro remedio sino vos". Pero, también había asignado a Germana una cantidad de dinero para el sostenimiento de su casa” con toda la grandeza que correspondía a la reina viuda de Aragón”.

El encuentro entre abuelastra y nieto se produce en Valladolid, él apenas contaba 17 años y ella 29 pero simpatizaron de inmediato, Tenían como lengua común el francés y ambos provenían de una distinta cultura. Carlos organizó fiestas, justas y saraos en honor de Germana y según el historiador Fernández Alvarez hubo una relación amorosa entre ellos, fruto de la cual nació una hija a la que se puso de nombre Isabel, pero que no fue reconocida. Fernández Alvarez se basa en lo que dejó escrito Lorenzo Vital sobre el encuentro de Carlos y Germana en Valladolid. Dice Vital que cuando se saludaron, el rey la beso con mucho entusiasmo pero, si bien puede ser cierto que se besaron, también lo es que esa era una costumbre francoborgoñona y que por lo tanto pudiera no tener nada de extraordinario. También analiza Fernández Alvarez el testamento de Dª Germana y el legado de un collar de perlas a la "serenísima Dª Isabel, Infanta de Castilla", suponiendo Fernandez Alvarez que puede tratarse de la hija habida con D. Carlos.


Carlos I. Bernard van Orley

En 1519, Dª Germana, contrae segundas nupcias con un marqués, Juan de Bradendeburgo, del séquito de D. Carlos. En aquella época Germana había descubierto ya la variada y magnifica gastronomía española a la que se había aficionado tanto que su figura había sufrido una enorme transformación. Decía Sandoval que "era amiga de holgarse en banquetes, huertas, jardines y fiestas". 

Carlos nombró al nuevo matrimonio virreyes de Valencia y en la capital del Túria establecieron su residencia. Corría el año 1523 y nada más llegar, la nueva virreina tuvo que hacer frente a uno de los grandes problemas que se habían desencadenado en Valencia en 1520 : la revuelta de las Germanías. Para muchos historiadores una autentica guerra civil entre nobles y "agermanados".

Los castigos que Dª Germana aplicó a su llegada a Valencia fueron durísimos. Todos los historiadores coinciden en ello, y en que la persecución fue feroz y el número de sentencias muy elevado.A la mayoría de ellos se les confiscaron sus bienes ya que, Germana había introducido también la posibilidad de conmutar las penas físicas por dinero. Gobernó con brazo de hierro pero, ese brazo represor obedecía las órdenes del rey D. Carlos de forma sumisa. También en esta época tuvo que hacer frente Germana, a las revueltas moriscas.

En 1525, muere el marqués de Bradenburgo y un año después, Germana vuelve a contraer un tercer matrimonio, esta vez el elegido será Fernando de Aragón, duque de Calabria. El emperador Carlos vuelve a entregar a los nuevos esposos el virreinato de Valencia.

Germana de Foix

Germana y el duque establecieron en el Palacio Real de Valencia una autentica corte y se rodearon de una enorme servidumbre. Más de 200 personas estaban a su servicio y al de toda la nobleza valenciana. Además de bailes y fiestas se organizaban veladas musicales, representaciones teatrales, debates y tertulias, cacerías y banquetes. El lujo y el boato imperaban en esta corte que era reconocida como una de las más brillantes de Europa.

Dª Germana seguía con su afición a la comida y tal era su obesidad que se llegó a decir de ella que más que obesa era "el mismo abdomen". Es probable que sufriera alguna alteración endocrina que justificara su esterilidad y el exceso de peso.

Dª Germana murió el 15 de octubre de 1536 en Liria. Probablemente la causa fue una hidropesía. Fue amortajada con un vestido de tisú de oro y con la cabeza apoyada en un almohadón revestido de armiño.

Según las crónicas valencianas su cuerpo fue trasladado a Valencia por 100 clérigos con antorchas y depositado en el monasterio de San Bernardo. 

En 1546 sus restos fueron trasladados al monasterio Jerónimo de San Miguel de los Reyes por orden de su viudo, el duque de Calabria, que quiso así cumplir con el deseo de D.ª Germana.

Monasterio de San Miguel de los Reyes

viernes, 7 de noviembre de 2014

Alejándro I de Grecia



Alejandro I

Corría el mes de junio de 1917 cuando el joven Alejandro se convertía en rey de Grecia en una ceremonia triste y desangelada y cuando todavía no había cumplido los veinticuatro años. No había nacido para ser rey ni había sido educado para tal fin.

Alejandro era el segundo de los hijos del rey Constantino I de Grecia y de la princesa Sofía de Prusia, era por tanto biznieto de la reina Victoria del Reino Unido, y estaba emparentado por ésta razón con la mayoría de las casas reinantes en Europa.

Nació en Tatoi en 1893 y tuvo una infancia bastante feliz junto a sus hermanos. Su educación fue esmerada y tuvo la oportunidad de viajar a los distintos países en los que reinaban sus familiares. De todos ellos el que visitaba con una mayor frecuencia era el Reino Unido pues, la relación de la reina Victoria con la familia real griega era excelente. Estudió en la academia militar griega mientras su hermano mayor, heredero de la corona, lo hacía en Alemania. No destacaba Alejandro por su inteligencia pero si destacó en combate durante la guerra de los Balcanes. 

Alejandro y sus hermanos

Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial su padre, el rey Constantino, intenta que Grecia permanezca neutral, mientras que su Primer Ministro Venizelos es partidario de que Grecia se una a los aliados dentro de la Triple Entente. A pesar de que el rey Constantino seguía clamando por la neutralidad de su país, lo cierto es que los aliados consideraban que el Rey había tomado partido por los alemanes. Su admiración por el sistema militar germánico era patente.

Estas posturas enfrentadas entre el Rey y su Primer Ministro produjeron también un enfrentamiento en el pueblo heleno que se dividió en dos bandos, los republicanos liberales que apoyaban a Venizelos y los monárquicos que seguían al Rey. El país se encontraba al borde de la guerra civil, se habían establecido dos gobiernos paralelos, el del Primer Ministro y el del Rey. 

Finalmente en junio de 1917 el Alto Comisario de los Aliados en Atenas solicitó la renuncia del rey Constantino y de su heredero, el príncipe Jorge. Ante la amenaza de un desembarco del ejército aliado en el Pireo, Constantino cede a la presión de gran parte del pueblo griego y de los aliados, pero no abdica. Alejandro su segundogénito ocupará el trono hasta que la situación cambie y se le permita regresar. 

Alejandro I

Y así se convierte en rey Alejandro, a pesar de no sentir ningún deseo de serlo, de no tener ambiciones políticas y de estar enamorado de una mujer considerada inapropiada para un rey. 

Cuando sus padres y hermanos parten hacía el exilio, Alejandro I se ve obligado a encargar a Venizelos la formación de un nuevo gobierno. A partir de ese momento Grecia entra en guerra al lado de los aliados.

La soledad del nuevo rey era grande. Venizelos se había ido encargando de separarle de sus amigos, de interceptar las cartas que escribía a su familia y de limitar al máximo sus funciones reales. Tan sólo se le permitían algunas salidas para alentar a las tropas y un gran número de papeles para firmar que a veces ni leía. Así las cosas, y a pesar de que había prometido a su padre no desposarse con la mujer de la que estaba enamorado hasta que no cambiara el panorama político en Grecia, Alejandro no pudo resistir y decidió casarse con la mujer de sus sueños, una plebeya llamada Aspasia Manos.

Ésta mujer pertenecía a una de las mejores familias de la nobleza helénica pero no era de sangre real y por lo tanto el matrimonio de Alejandro con Aspasia no recibiría la autorización del Primer Ministro ni de la Familia Real ya que se consideraba morganático. A pesar de toda esta oposición Alejandro decidió casarse en secreto y así lo hizo en noviembre de 1919 pero, los secretos en los palacios son difíciles de guardar y cuando salió a la luz que el matrimonio se había celebrado y sin la autorización debida, el escándalo en Grecia fue enorme.

Como consecuencia de ello y aunque el matrimonio tuvo que considerarse legal, Aspasia jamás ostentaría el titulo de reina de Grecia, y se la consideraría tan sólo la “señorita Manos”. Además, se la obligó a abandonar el país y Aspasia se traslado a París. Finalmente y en el verano de 1920, el gobierno autorizó que el matrimonio residiera en Grecia pero siempre y cuando esta unión permaneciera en secreto. La alegría de los esposos fue grande ya que además Aspasia anunció que se encontraba embarazada.

Aspasia Manos

Poco duró la felicidad de la pareja. El 2 de Octubre de 1920 Alejandro se encontraba dando un paseo por los jardines del palacio de Tatoi en compañía de su perro cuando éste fue atacado por un mono, Alejandro defendió a su perro golpeando al mono con un bastón pero, este se revolvió y mordió al monarca. Una de las peores heridas la sufrió en la pierna. 

Lo que en un principio pareció una herida banal empezó a complicarse y pasados diez días la fiebre hizo su aparición y en la herida de la pierna se presentó una enorme infección. La duda de los médicos ante la amputación originó que a los pocos días la infección se generalizase. El 23 de octubre Alejandro I de Grecia moría victima de una sepsis.

Ya durante la enfermedad y dadas las terribles noticias que llegaban a Suiza, la madre de Alejandro había solicitado al gobierno heleno que se le permitiera entrar al país para ver a su hijo. Se le negó la autorización y tan sólo se permitió a su abuela – la reina madre Olga- que acudiera. Cuando llegó Alejandro ya había fallecido.

El funeral se celebró en la Catedral de Atenas y tan sólo la reina madre Olga estuvo presente como representante de la Familia Real. 

Alejandro I fue enterrado en el Cementerio Real del palacio de Tatoi. Tenía veintisiete años.

sábado, 25 de octubre de 2014

Isabel de Valois





Isabel de Valois - J. Pantoja de la Cruz. (Museo del Prado)


Nacida en Fontainebleau en abril de 1546 y fruto del matrimonio de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis, esta niña llegaría a ser, pasados los años, protagonista de uno de los dramas de Schiller y de una opera de Verdi.

En la búsqueda constante de alianzas mediante los vínculos matrimoniales que imperaba en las cortes europeas, la princesa Isabel fue ofrecida en matrimonio al príncipe D. Carlos, hijo y heredero de Felipe II. Se dice que a D. Carlos – que entonces contaba trece años- le hacía ilusión este matrimonio puesto que el retrato enviado desde Francia de la princesa le había impresionado muy favorablemente pero, una muerte se cruzaría en su destino cambiando los planes.

María Tudor, esposa de Felipe II, muere en 1558 y el Rey de España decide que la alianza con Francia no puede esperar hasta que su hijo tenga edad para desposarse por lo que, se ofrece en sustitución de D. Carlos como marido de Isabel. Parece ser que ésta decisión indignó a su hijo y supuso una causa más de desencuentro entre ambos.

La boda se celebró en la Catedral de Notre-Damme en junio de 1559 y lógicamente por poderes, representando a D. Felipe el Gran Duque de Alba. Hubo grandes fiestas y la princesa, que ya era muy bella, realzaba sus atributos físicos con un traje tejido con oro y cubierto de pedrería.

Isabel de Valois - Pantoja de la Cruz. (Museo del Prado)

En enero de 1560 llega Isabel a España. El Rey la espera en Guadalajara, en el palacio del duque del Infantado. Ella era alta, espigada y de una gran belleza. Cuenta Brantôme que cuando se le presentó a D. Felipe quedó parada y mirándole fijamente y que, ante ésta intensa mirada el Rey le preguntó “¿qué miráis? ¿por ventura si tengo canas?. D. Felipe tenía ya treinta y tres años y tan sólo catorce su nueva esposa.

Cuando Isabel llega a España todavía era núbil, motivo por el cual la consumación del matrimonio debió posponerse y no seria hasta un año más tarde cuando se le presentó la menarquia. Hasta en Francia se enteraron de la fecha de su primera regla ya que, su aya, la baronesa de Clermont-Lodeve, se apresuró a escribir a Catalina de Médicis dándole cuenta de la feliz noticia. Es entonces cuando D. Felipe decide que ya ha esperado bastante. Pero, las relaciones matrimoniales no sólo no son satisfactorias para Isabel, sino que además le producen un intenso dolor. Esto, al menos, es lo que el embajador francés le escribe a la madre de la Reina, D. Catalina. El embajador atribuye esta situación a la “fuerte complexión del Rey”.

No sabemos cual es la causa de la dispareunia de Isabel, pero si sabemos que acabaría teniendo cierta repugnancia a las relaciones sexuales. A pesar de esto, a Isabel los escarceos extramatrimoniales de D. Felipe con Dª Eufrasia de Guzmán la tienen muy disgustada, y no ve con buenos ojos los amoríos del Rey.


Isabel de Valois - Sofonisba Anguisola

Isabel era una hermosa mujer y además muy coqueta. Se vestía siempre con gran esmero y utilizaba perfumes y polvos para realzar su belleza. La llegada de Isabel supuso también un cambio en las costumbres de la sobria corte española pues a la reina le encantaban la poesía y la música por lo que las artes en general tuvieron un gran impulso durante su reinado. Su relación con el Príncipe D. Carlos era muy buena, quizá por consejo de su madre o quizá por inclinación propia, dado que ambos tenían casi la misma edad, lo cierto es que mantenían una estrecha amistad. Isabel sentía una profunda pena por el estado de D. Carlos y le prodigó todo el cariño y las atenciones de las que D. Felipe le había privado El príncipe la adoraba.


Carlos de Austria y Portugal

A la joven Reina no parecían sentarle muy bien los aires españoles. Hasta en dos ocasiones tuvo accesos febriles y erupciones en el cuerpo, siendo diagnosticada por sus médicos de viruelas. En ninguna de ellas quedaron marcas en su rostro, tal vez porque sus damas se apresuraron a aplicar sobre el mismo los remedios que su madre dictaba desde Francia y entre ellos, la clara de huevo y la leche de burra parece ser que dieron resultado aunque también hay que decir que los médicos españoles se dedicaron a sangrarla.

La Corte se había trasladado ya a Madrid cuando se anuncia la primera gestación de la Reina. D. Felipe estaba contento y esperaba con ilusión que el nuevo vástago fuera un varón  pero, esta gestación se presentó complicada. Isabel tenía mareos, vómitos y cefaleas que iban más allá de lo que era normal en estos casos. Cuando apareció la fiebre sus médicos decidieron sangrarla y ello debilitó tanto a la Reina que a punto estuvo de morir. El aborto de gemelos se produjo a los tres meses de iniciada la gestación.

A finales de 1565 la Reina quedó de nuevo embarazada y en agosto nacería una niña a la que se puso el nombre de Isabel Clara Eugenia. El parto debió ser fácil, puesto que parece ser que la Reina exclamó: "gracias a Dios el parir no es tan trabajoso como yo creía" pero, tras el parto, Isabel tuvo un cuadro febril que, como era costumbre, fue tratado con sangrías. Según escribiría el embajador francés a Dª Catalina, la Reina había estado a un paso de la muerte.

En octubre de 1567 la Reina da a luz a la segunda de sus hijas, Catalina Micaela. El nacimiento supuso una decepción para D. Felipe que deseaba un varón y que además estaba viviendo la espinosa decisión de someter a su hijo D. Carlos a prisión. En el puerperio, la Reina sufrió un acceso febril. Sus médicos lo atribuyeron a la subida de leche y le aplicaron perejil sobre los pezones.

Isabel sufría por el encierro del Príncipe D. Carlos, pero sus intercesiones ante el Rey no dieron resultado. La decisión de D. Felipe era firme. 

Felipe II. - Tiziano

En Mayo de 1568 Isabel estaba de nuevo embarazada. Pero esta vez y como en su primera gestación, aparecen los mareos y las cefaleas. Su estado se va agravando a pesar del reposo y de las tisanas que se le prescriben. El cronista Cabrera de Córdoba describe bien la sintomatología: mareos, desvanecimientos, vértigos, edema palpebral, palidez y fiebre. En julio y ante su mal estado se llama a consulta al Dr. Maldonado que tampoco puede hacer nada por aliviarla. El Príncipe D. Carlos murió a finales de ese mismo mes. En octubre la Reina expulsa un feto de cinco meses y su estado empeora muriendo poco después.

La enfermedad que le produjo la muerte pudo haber sido una pielonefritis gravídica aunque también pudo tratarse de una cardiopatía o de una nefropatía. Marañón consideró tras leer el diario del médico de cabecera de la reina que ésta en su primer embarazo ya sufrió dos ataques de eclampsia que pudieron haber dejado lesiones que posteriormente le causarían la muerte.

Nada había trascendido al pueblo sobre la enfermedad de la Reina, así que su muerte supuso una sorpresa y se dispararon las especulaciones. Para algunos, como el embajador italiano, Isabel había muerto como consecuencia de la imprudencia de los médicos, otros pensaron que las tisanas administradas contenían veneno y unos pocos que la tristeza por la muerte del príncipe Carlos había influido en el fatal desenlace. Rumores sin fundamento histórico. Felipe II, que había amado profundamente a su esposa, quedó desolado. También el pueblo sintió su muerte. Cervantes le dedico estas décimas: 

 Cuando dejaba la guerra
 libre nuestro hispano suelo,
 con un repentino vuelo
 la mejor flor de la tierra 
 fue trasplantada en el cielo. 
Y al cortarla de su rama 
el mortífero accidente
fue tan oculta a la gente 
como el que no ve la llama 
hasta que quemar la siente.

Isabel de Valois tenía veintitrés años cuando murió y sus restos fueron inhumados en el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Felipe II ordenó cinco años después su traslado al panteón de infantes del Monasterio del Escorial.

sábado, 4 de octubre de 2014

Isabel de Aragón



Isabel de Aragón


La primera hija de los Reyes Católicos nació en el palacio de los Acuña en la población de Dueñas, Palencia, el 2 de Octubre de 1470.

Como era natural tratándose de una hija de la Reina su educación fue exquisita. Además de educarla en las ocupaciones propias de una dama, tales como los bordados y la música, se le dio una formación en latín, literatura y los textos religiosos. Era una niña hermosa y sana y fue nombrada Princesa de Asturias hasta que el nacimiento de su hermano Juan la desplazó al segundo lugar de la línea sucesoria.

En 1479 los Reyes Católicos por un lado y el Rey Alfonso V de Portugal, junto a su heredero el Príncipe Juan por el otro, firman el tratado de Alcaçobas. En este tratado por el cual se ponía fin a la guerra entre los Reinos de Castilla y Aragón y el Reino de Portugal se sentaban también las bases para el reparto de los territorios y futuras conquistas en el océano Atlántico. Paralelamente al tratado se firmaron las “Tercerías de Moura”. En ellas se acordaba que la rival de la Reina Isabel al trono de Castilla, Juana - apodada “la Beltraneja,”- renunciaría a todos sus títulos castellanos y podría optar por ingresar en un convento o casar con el heredero de los reyes Católicos cuando éste cumpliera los catorce años y si él así lo decidía. Juana opto por ingresar en un convento.

También se acordaba en las Tercerías de Moura el matrimonio de la Infanta Isabel con D. Alfonso, hijo del heredero al trono portugués Juan II y la entrega por parte de los Reyes Católicos a su hija de una enorme dote cuya finalidad no era otra que la de compensar a Portugal por los gastos que la guerra le había ocasionado. Según este acuerdo y dado el carácter político del mismo, ambos prometidos, prácticamente en calidad de rehenes, debían permanecer “custodiados” hasta el día de su matrimonio. Así se hizo y la Infanta paso a estar bajo el cuidado de su tía-abuela, Beatriz, pasando a residir en Portugal. Sin embargo y por distintos motivos, esta cláusula de las “tercerías” se abandona en 1483. Isabel regresará a la corte itinerante de sus padres para preparar tranquilamente su boda y a la espera de que su prometido- cinco años menor que ella- cumpla los catorce años.

En abril de 1490 y en la catedral de Sevilla se efectuará el matrimonio por poderes de la Infanta Isabel y del Príncipe Alfonso. Tras las fastuosas celebraciones que se realizaron por el enlace los Reyes Católicos acompañaron a su hija hasta Constantina y allí la despidieron continuando la infanta con un nutrido séquito de la más alta nobleza castellana hasta Badajoz donde,  Rodrigo de Pimentel, Pedro Portocarrero y Rodrigo de Ulloa entre otros, la entregarían a D. Manuel, primo del Rey de Portugal y al que había sido encomendada la misión. Poco podía imaginar la Infanta española lo que el destino le depararía respecto a D. Manuel. 

Desde Badajoz la nueva comitiva se encaminó hacia Estremoz donde tendría lugar el encuentro de los nuevos esposos ya que el Príncipe estaba ansioso por conocer a Isabel. No quedaron defraudados ninguno de los dos. Alfonso e Isabel, no solo se gustaron sino que se enamoraron profundamente.El viaje continuó hasta Evora en cuya catedral se celebraría la boda. Los festejos que siguieron fueron descritos por los cronistas de la época como el mayor acontecimiento vivido en esos años.

Tras los esponsales los Príncipes realizaron distintas visitas a ciudades portuguesas como Viana y en todas ellas se le homenajeaba con fiestas y celebraciones. En Junio de 1491 y cuando apenas llevan seis meses casados la desgracia entra en sus vidas, el Príncipe Alfonso sufre una caída del caballo a consecuencia de la cual muere.

Isabel de Aragón

Isabel queda destrozada y regresa a la corte de sus padres. Martir de Anglería nos dice "Tanta es su modestia, tanta su castidad de viuda que no ha vuelto a comer en mesa después de la muerte de su marido, ni ha gustado ningún manjar exquisito". Corta sus cabellos rubios, viste con una túnica y a partir de entonces comenzará a llevar una vida austera y profundamente religiosa. Finalmente comunica a sus padres su deseo de tomar los hábitos y dedicarse por completo a la oración. Pero, los planes de los Reyes Católicos eran otros y no estaban dispuestos a abandonar su política matrimonial en busca de mejores aliados para sus Reinos.

Juan II de Portugal muere en 1495 y dado que su único hijo legitimo, Alfonso, ya había muerto, la sucesión al trono de Portugal recaerá en su primo D. Manuel. Dada la nueva situación,  los Reyes Católicos ofrecen a Manuel I la mano de su hija María puesto que interesaba y mucho afianzar los vínculos con Portugal pero el Rey portugués había quedado muy impresionado con la belleza de la Infanta Isabel cuando la conoció y además, Isabel seguía siendo la segunda en la línea sucesoria al trono de Castilla y Aragón por lo que rechazó casarse con María y propuso hacerlo con la viuda Isabel.

La Infanta que no deseaba este matrimonio y que seguía con el deseo de profesar en un convento, no quiso desobedecer a sus padres pero impuso una condición: que los judíos que no se convirtieran fueran expulsados del Reino de Portugal. La condición se cumplió y la Infanta accedió a la boda.

Se dispone que el matrimonio se celebre el 30 de septiembre y los reyes Católicos acompañan a su hija hasta Valencia de Alcántara para entregarla al Rey portugués y celebrar los esponsales pero, la desgracia aparece de nuevo en la vida de esta infortunada Infanta. Durante los primeros días de octubre fallece su hermano Juan, el Príncipe de Asturias, heredero de los Reinos de Castilla y Aragón.


Manuel I de Portugal- H. Ferreira


Esta baza del destino coloca a Isabel en el primer lugar a la sucesión de la Corona de Castilla y Aragón. La nueva Reina de Portugal se dirige con su esposo a Toledo, donde en abril de 1498 será jurada como Princesa de Asturias. Fernando el Católico, por su parte, reúne a las cortes aragonesas en Zaragoza para lograr que su hija sea jurada también como heredera al Reino de Aragón y hacía allí se dirige la comitiva real ese mismo verano.

Se encontraba Isabel en avanzado estado de gestación y estos continuos viajes la tenían extenuada. El 23 de agosto y encontrándose en el Palacio Arzobispal de Zaragoza se pone de parto, alumbra un varón y la alegría de su esposo Manuel I y de los Reyes Católicos es inmensa, pero dura escasos minutos. Isabel sangra copiosamente y los médicos que la atienden son incapaces de frenar la hemorragia. Isabel muere a consecuencia de esta hemorragia cuando apenas había transcurrido una hora desde el nacimiento de su hijo. Tenía 28 años.

Los restos mortales de Isabel de Aragón, primogénita de los Reyes Católicos, Reina de Portugal, Princesa de Asturias y pretendida heredera al trono de Aragón, serían inhumados en el convento de Sta Isabel de los Reyes, en Toledo.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel



Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel- Thomas Lawrence

Carolina fue la tercera hija del matrimonio formado por Carlos II de Brünswick –Wolfenbüttel y de Augusta de Hannover, hermana del Rey Jorge III del Reino Unido. Nació el 17 de mayo de 1768 en Alemania.

La infancia de Carolina no fue precisamente feliz. Sus padres no se habían casado por amor y en las relaciones de ambos influyeron poderosamente la amante de su padre y su abuela paterna. El respeto y las buenas costumbres no le fueron inculcados a Carolina en su niñez y su educación académica también fue deficiente. 

Pero, en 1794, Carolina se había convertido en un precioso botín para el gobierno del Reino Unido porque, aunque pertenecía a un pequeñísimo Estado, las relaciones de su padre con Prusia y el hecho de que la Corona Británica ya estaba en guerra con Francia le conferían un especial atractivo. Así pues, y a pesar de la poca inclinación del Príncipe de Gales a contraer matrimonio - parece ser que se encontraba muy enamorado de Mary Anne Fitzherbert, su amante en aquel momento y con la que había llegado a casarse en secreto aunque el enlace fue declarado nulo - Jorge III envió a Lord Malmesbury a Brünswick para realizar el contrato matrimonial y llevar a la novia hasta el Reino Unido. 

La impresión que causó Carolina a Lord Malsbury no debió ser grata ya que, en su diario y al realizar la descripción de la futura princesa de Gales, se expresa así: "carece de sentido común, decoro y tacto, es muy dada a la indiscreción y olvida gustosamente asearse y mudar sus ropas sucias".Y no debía de ser exagerada la descripción porque algunos de sus contemporáneos llegaron a decir de ella que “olía como un establo”. En cuanto a su aspecto físico el propio Lord la describe como “baja, rechoncha y con una cabeza demasiado grande respecto al resto del cuerpo”

Los contrayentes se conocen tres días antes de la boda y, como cabía esperar, el Príncipe quedó profundamente decepcionado ante la esposa que se le había impuesto. Carolina por su parte, tampoco se sintió satisfecha y llegó a decir a Lord Malsbury : "el Príncipe esta gordo y nada tiene que ver con los hermosos retratos que me enviaron de él".

El día de la boda Jorge se presentó a la ceremonia con algunas copas de más y necesitó de los esfuerzos de un ayuda de cámara para mantenerse en pie durante la misma. Mientras los invitados disfrutaban del banquete de bodas, Jorge seguía bebiendo así que, llegada la noche nupcial, cayó al suelo completamente borracho. Eso es lo que nos cuenta Carolina, que asegura: "Estaba tan borracho que pasó la noche de bodas en el suelo, donde cayó, y yo le deje". Sea como fuere, el Príncipe logró vencer su repugnancia y a la mañana siguiente consumó el matrimonio, eso sí, al concluir advirtió que nunca más volvería a yacer con su esposa. Lo cierto es que a pesar del alcohol y del asco, logró dejar embarazada a la Princesa y nueve meses después de ese infortunado día nacía su única hija.


Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel- Lawrence

Jorge consideró que, respecto a su esposa, había cumplido y que no tenía ya la obligación de seguir cumpliendo, así que le escribió a Carolina una carta en la que entre otras cosas decía: "los impulsos no pueden controlarse mediante la voluntad…ninguno puede recriminarle nada al otro, puesto que la naturaleza no nos ha hecho compatibles". El príncipe volvió a los brazos de Lady Jersey, de los que en realidad no se había alejado nunca y Carolina siguió viviendo una temporada en Carlton House cambiando después de residencia mientras buscaba amantes con los que entretenerse, según se dijo. 

El pueblo de Londres no tardó en enterarse de la afrenta sufrida por la Princesa, ya que Jorge no tenía reparos en exibirse con su amante y volcaron su simpatía en Carolina considerándola una pobre mujer a la que su marido ponía los cuernos con total impunidad. Así pues, la popularidad de Carolina creció en tanto la de su esposo se desmoronaba.

Pero, no bastaba a Jorge la separación de hecho de su esposa, él quería más, quería el divorcio. Empieza a correr entonces el rumor de que la Princesa de Gales tiene varios amantes. Aparece en escena Lady Douglas, que asegura que la Princesa ha tenido un hijo fruto de una relación adúltera. Aunque es muy probable que estos rumores hayan sido difundidos por el entorno de Jorge, el Príncipe adopta el papel de marido ultrajado y se encarga una comisión de investigación secreta, que fue llamada la “Investigación Delicada”. Corría el año 1806.

Mientras duró la investigación Carolina tuvo restringido el acceso a su hija. La comisión de investigación dictaminó que no se podía probar que la Princesa de Gales hubiera cometido adulterio, pero sus costumbres licenciosas originaron habladurías que llegaron a oídos de la Corte y Carolina se vio convertida en una paria social con la que nadie deseaba confraternizar.

Jorge III ya había sido declarado demente y el Príncipe de Gales se había convertido en Regente con lo cual la situación de Carolina empeoró, nadie quería acercarse a la Princesa ante el temor de las represalias que el Príncipe pudiera adoptar.

Finalmente, Carolina, cansada y asqueada de tanto desprecio, negociará con el secretario de Asuntos Exteriores. A cambio de abandonar Gran Bretaña recibiría una renta anual de 35.000 libras. La princesa se dedicó entonces a viajar por Europa y acabó instalándose en Italia. Entre sus sirvientes se encontraba Bartolomeo Pergami, que se convirtió en su hombre de confianza, y del que se vino a decir que era su amante.

villa Caprile

Empeñado como estaba el Príncipe en obtener el divorcio de su esposa, encargó otra comisión de investigación para probar su adulterio. La Cámara de los Lores examinó el contenido de los documentos presentados por la comisión, llegando a la conclusión de que estos eran lo suficientemente escandalosos como para iniciar un proyecto de Ley a fin de disolver el matrimonio, aunque los Lores sabían que dada la popularidad de Carolina - a la que se seguía considerando una víctima - el proyecto no sería aprobado en la Cámara de los Comunes y se abstuvieron de presentarlo. 

Así estaban las cosas cuando en enero de 1820 fallece Jorge III y por lo tanto el hasta entonces Príncipe de Gales pasa a convertirse en el Rey Jorge IV. Carolina planea entonces regresar de nuevo a Gran Bretaña para ser coronada como Reina consorte. Así que, a pesar de todas las advertencias que se le hacen, Carolina regresa al Reino Unido dispuesta a recibir los honores que como esposa del nuevo Rey le correspondían.

El día de la coronación se presentó en la abadía de Westminster pero se le negó el paso por la puerta principal. Lo intento entonces por la puerta del este y por la del oeste e incluso por la galeria de Westminster mas con idéntico resultado. Finalmente Sir Robert Inglis logró persuadirla de que regresase a su carruaje .

Ya de noche, Carolina empieza a sentirse mal, un dolor abdominal persistente la tiene postrada en el lecho. Durante las tres semanas siguientes su salud se irá deteriorando progresivamente y a pesar del laudano que se le administra los dolores son atroces. Carolina ve próximo su fin y asegura que un espía de su esposo el Rey Jorge IV la vigila y envía informes a Su Majestad. A pesar de su estado decide poner en orden sus papeles y manda quemar entre otros documentos sus diarios y todas las cartas que atesoraba. Redacta un nuevo testamento y ordena en el mismo que sus restos mortales sean trasladados a Brünswick. Finalmente muere el siete de agosto de una inflamación intestinal que se estima pudo ser debida a un cáncer o a una obstrucción intestinal según los médicos que la trataron, aunque, poco ha quedado de los informes que los mismos redactaron y además no se realizó autopsia.

Coronación de Jorge IV

Esta muerte tan "oportuna" y no aclarada, hizo correr el rumor entre el pueblo de un posible envenenamiento de la Reina. A pesar de las precauciones que se tomaron, el traslado de sus restos supuso una algarada popular, se levantaron barricadas, se lanzaron piedras contra los soldados y hubo heridos y dos muertos hasta que finalmente se consiguió embarcar el ataúd rumbo al destino que Carolina había elegido.

Una muerte sin aclarar, una mujer de poca inteligencia, vanidosa y ávida de placeres, casada con un hombre indigno que la despreció. Este podría ser el resumen de la vida de esta desgraciada Reina que no llegó a reinar y que ni siquiera fue coronada como tal.