Posiblemente pocos recordarían a este aristócrata ruso de la corte de el zar Nicolas II y perteneciente a una de las familias más ricas y de más alto abolengo del Imperio si no fuera por el asesinato de Grigori Rasputín.
Félix Yusúpov nació en el palacio familiar de San Petersburgo en marzo de 1887. Su padre era Félix Sumarókov-Elston, gobernador de Moscú y su madre la princesa Zinaida Yusupova, una mujer bellísima, perteneciente a una de las familias más ricas del Imperio y muy cercana a la imperial familia. Los Yusúpov poseían decenas de palacios, minas, barrios enteros de Moscú, obras de arte, joyas y miles de hectáreas de tierras cultivables a lo largo y ancho de Rusia.
Se dice que el día antes de su nacimiento su madre se encontraba en una fiesta y empeñada como estaba en que el ser que llevaba en sus entrañas era una niña, bailó sin descanso durante toda la velada para que la "niña" saliera alegre y predispuesta a las grandes fiestas y a los grandes bailes. No extraña pues que al día siguiente se pusiera de parto pero…alumbró un varón. Como no estaba dispuesta a conformarse el pequeño Félix fue vestido como una niña durante los primeros cinco años de su vida.
Eran los años en los que Rusia, bajo el gobierno de Alejandro III, había vuelto a la autocracia y los conflictos internos provocados por las conspiraciones, los movimientos revolucionarios y la violencia de los anarquistas marcaban la vida política de los rusos.
Félix había heredado no solo la belleza de su hermosa madre sino también su enorme atractivo y a decir de muchos era un ser irresistible tanto para los hombres como para las mujeres. Su aspecto andrógino, la esbeltez de su figura y la perfección de sus facciones le ayudaba a vestirse con las ropas y las joyas de su madre y presentarse en los lugares de moda a la conquista de cualquier caballero que quedara prendado por su belleza. Según cuenta el propio Félix en sus "Memorias antes del exilio" desde muy joven le gustaba llamar la atención sin que le importara el sexo de aquellos a quienes seducía.
Montones de historias surgieron en torno a este personaje : que desde los trece años salía travestido por las calles, que actuaba en un club nudista de San Petersburgo o que había tenido con tan solo 12 años su primer "ménage à trois" . En algunas de estas correrías se decía que le acompañaba, NiKolai, su hermano mayor que era un mujeriego empedernido y al que gustaban, sobre todo, las mujeres casadas. Esa inclinación hacia las damas que tenían esposo le condujo a morir en un duelo al que fue retado por un marido ofendido. Desde ese momento Félix se convirtió en el heredero de la poderosa fortuna de los Yusúpov.
Cuando falleció Alejandro III en 1894 heredó el Imperio su hijo, que se coronó como Nicolás II. El nuevo zar estaba profundamente enamorado de Alix de Hesse, nieta de la reina Victoria I del Reino Unido y contrajo matrimonio con ella poco después de su coronación. La nueva zarina, que tomó el nombre de Alejandra tras su matrimonio, tenía una enorme influencia sobre su marido y un sentimiento autocrático sobre la política que debía desarrollar su esposo. Nicolás era fácilmente influenciable por lo que el autoritarismo se impuso en su gobierno.
A pesar de los avatares por los que atravesaba Rusia, Félix seguía siendo un ser mimado por la fortuna, guapo e inmensamente rico seguía con su disipada vida conquistando tanto a hombres como a mujeres. Desde 1909 hasta 1912 estudió en la Universidad de Oxford y como no podía ser de otra manera fue miembro del exclusivo Bullingdon Club, en el que solo entraban jóvenes estudiantes de adineradas familias.
A su regreso a Rusia la familia consideró que ya era el momento de que se desposara y la elegida fue la princesa Irina Alexandrovna, una hermosa joven que además era sobrina del zar Nicolas II. Contrajeron matrimonio en 1914 y la Primera Guerra Mundial sorprendió a la pareja en Berlín disfrutando de su luna de miel. Tuvieron que hacer uso de todas sus influencias familiares para poder salir de Alemania y regresar a Rusia. Un año después de la boda nacería su única hija,la princesa Irina Félixovna Yusúpova.
Félix, cuyo espíritu de sacrificio brillaba por su ausencia, alegó para no ir a la guerra, que era hijo único y que como tal estaba exento de participar en el conflicto bélico. Como compensación y probablemente para reparar un acto que podía ser tachado por algunos de cobardía, convirtió una de las alas del palacio Moika en un hospital para heridos de guerra.
Durante el tiempo que Félix había pasado en el extranjero la vida había ido cambiando en Rusia. A su regreso, a pesar de los cambios que se habían producido en su país, él siguió disfrutando de los placeres que a todo hombre adinerado le estaban permitidos.
El emperador Nicolás II, idealista, tímido, carente de la personalidad y la energía de su padre, poco sociable y sumamente influenciable había tenido ya cinco hijos de los cuales tan sólo el último fue varón: el zarévich Alexis.
Por desgracia la sombra de la hemofilia que se había dispersado por toda Europa, a través de las hijas y nietas de la reina Victoria del Reino Unido, también alcanzó al joven heredero del Imperio ruso. Su madre la zarina Alejandra había rodeado a su hijo de enfermeras y médicos que cuidaban día y noche que ningún golpe ni ninguna rozadura apareciera en el débil cuerpecito de su hijo pero no fueron suficientes estos cuidados para que el zarévich sufriera las consecuencias del mal que padecía.
Apareció entonces en escena Grigori Rasputín, un monje campesino y estrafalario pero con un enorme carisma y poder de persuasión. Fue presentado a la familia imperial por una amiga de la emperatriz. Ésta y su esposo no conformes con lo que los médicos decían habían consultado ya a varios asesores espirituales sin que estos hubieran llegado a calmar su ansiedad.
No parece explicable el por qué la emperatriz Alejandra quedó tan influenciada por Rasputín hasta el extremo de sentirse aliviada del constante estado ansioso y de irritabilidad en el que estaba sumida. Probablemente la mejoría del zarévich tras los consejos de Rasputín hicieron que toda la familia pusiera en el monje una confianza inquebrantable.
Tuvo suerte Grigori porque entre sus consejos estaba el que se dejara de administrar al heredero los medicamentos prescritos por sus médicos. Entre estos medicamentos estaba la aspirina, considerada en aquel tiempo la panacea para todos los males pero, como se supo después, totalmente contraindicada en la hemofilia. La retirada de esta medicación produjo una ligera mejoría en el estado del zarévich.
Grigori Rasputín llevaba una vida licenciosa, tenía aventuras con mujeres de todas las clases sociales, desde prostitutas a damas de alta cuna y la embriaguez era un estado en el que se encontraba con frecuencia. Todo ello causaba un autentico escándalo en la sociedad rusa no así en la zarina y su esposo que se negaban a creer cualquier cosa mala que se dijera de aquel hombre devoto y humilde que consideraban que era el más grande de los sanadores que habían conocido.
Rasputín no se limitaba a dar asesoramiento espiritual a los zares, también a nivel político ejercía su influencia. El espíritu indeciso e inseguro del zar y la devoción de la zarina por aquel que consideraba que podría salvar a su hijo hicieron de Grigori uno de los seres más poderosos del Imperio.
El odio contra Rasputin crecía a medida que aumentaba su poder y se constataba que nada se podía hacer para contrarrestar la enorme influencia que el monje ejercía sobre los zares. La preocupación del gobierno y de la aristocracia aumentaba día a día y el fervor revolucionario iba invadiendo Rusia.
La única solución que encontraron un grupo de aristócratas para acabar con la influencia que Rasputín ejercía sobre Nicolas II y Alejandra fue eliminar al monje.
Parece ser que fue el propio Félix Yusúpov el organizador del complot para asesinar a Rasputín. Junto a otros conspiradores entre los que se encontraban el Gran Duque Dimitri Pávlovich, Vladimir Purishkevich, diputado de la Duma y el doctor Lazovert, trazaron el plan para eliminar al lascivo monje que estaba dañando irremediablemente al Imperio.
Era la noche del 16 al 17 de diciembre de 1916 y la crónica de lo que en ella sucedió nos la da el propio Yusúpov en el libro que publicó años más tarde bajo el titulo "El fin de Rasputín". El plan consistía en engañar a Grigori haciendole creer que Irina, la esposa de Yusúpov, deseaba conocerle. Le llevarían así al palacio de Moika, residencia de Yusúpov y, una vez en ella, Félix le agasajaría con vino y pasteles que habrían sido previamente envenenados con cianuro por el Dr Lazobert.
Grigori comió pasteles y bebió vino pero pasaba el tiempo y no presentaba ningún síntoma de que el veneno estuviera haciendo efecto, además empezó a mostrarse impaciente porque Irina no aparecía. Felix salió de la sala, se reunió con sus cómplices y llegaron a la conclusión de que no había más remedio que disparar a Grigori si querían acabar con su vida. Yusúpov cogió una pistola entró en la sala y le disparó en el pecho, Rasputín cayó en el suelo.
Los cómplices, al oir el disparo, entraron a toda prisa y el Dr Lazobert se acercó para examinar el cuerpo y le declaro muerto pero…se equivocaba. Cuando Félix se acercó a él para comprobar que efectivamente no respiraba Rasputín abrió los ojos. Yusúpov describió así el terrible momento: " Los ojos verdes de una víbora me miraban fijamente con una expresión de odio diabólico".
Rasputín consiguió con una fuerza sobrehumana levantarse del suelo, otro de los cómplices le disparó en la espalda y finalmente un tiro en la frente le provocó la muerte.
Entre todos envolvieron su cuerpo, lo ataron con cuerdas y lo arrojaron a las aguas heladas del río Neva. El misterio de la desaparición de Rasputín tardó poco en resolverse porque su cuerpo congelado fue encontrado al día siguiente.
El zar ordenó la autopsia de Grigori y en ésta se demostró que había recibido tres disparos de los cuales el de la frente fue el que le causo la muerte. En su cuerpo no había restos de cianuro, tan solo de alcohol.
La credibilidad de la monarquía entre la nobleza estaba ya muy desgastada, el asesinato de Rasputín minó, todavía más si cabe, esa credibilidad. El asesinato del monje negro aumentó la debilidad de los zares y del gobierno. Un sentimiento de rechazo a la decadencia moral y política de quienes habían sido la élite que los gobernaba se extendía por el pueblo. La agitación social creció y estalló la Revolución en febrero de 1917.
Aunque la zarina hubiera deseado que Yusúpov y sus cómplices fueran ejecutados el gobierno, viendo que el asesinato había recibido el silencioso aplauso de la mayoría del pueblo ruso, optó por deportar a Félix y a su familia a su finca de Kursk.
Cuando estalló la Revolución bolchevique Yusúpov y su familia huyeron del país vía Crimea. Pudieron llevar con ellos unas cuantas joyas , dos cuadros de Rembrandt y poco más. Todos sus palacios y posesiones quedaron atrás y fueron incautados por Lenin y los comunistas.
Fijaron su residencia en Paris y en 1924 crearon la casa de modas IRFÉ con la que intentaban ayudar a los compatriotas que al igual que ellos habían abandonado Rusia. IRFÉ ( acrónimo de Irina y Félix) estaba especializada en vestidos bordados a mano con hilo de oro, chantilly o terciopelos y confeccionados por exiliadas rusas. Tuvo mucho éxito entre las americanas pero, debido a la perdida de poder adquisitivo de sus clientas tras de depresión de1929, tuvieron que cerrar la casa de modas en 1931.
Yusúpov, que había escrito una autobiografía y también un libro de memorias ganó, en 1933, un pleito que había puesto a la compañía Metro Golden Mayer. Ésta había realizado una película sobre el asesinato de Rasputín y Félix los demandó por considerar que habían alterado la realidad de los hechos históricos.
Félix Yusúpov falleció en París, el 27 de septiembre de 1967. Tenía 80 años de edad y fue enterrado en el cementerio ruso de Sainte-Geneviève-des-Bois.